miércoles, 9 de diciembre de 2020

Calendario de Adviento

 

9 de diciembre

Calle San Vito, 24

El edificio es de lo más anodino, ni moderno ni antiguo, ni feo ni bonito, ni demasiado alto ni demasiado bajo. No tiene nada de especial. Ni siquiera sus habitantes. Un edificio insignificante, en una calle insignificante de una ciudad insignificante.





Primero izquierda: doña Elvira y don Ambrosio

Doña Elvira es alta, espigada y va siempre derecha como un palo, quien no la conoce tiende a pensar que es una señora muy seria y hasta antipática, pero nada más lejos de la realidad y la verdad, doña Elvira es cordial, alegre, amable, cariñosa y rebosa maternidad. 
Don Ambrosio es más serio, y más regordete también. Hombre de buen comer y de buen beber, a pesar de la edad y de las recomendaciones de su médico cuyas recomendaciones tiende a saltarse de vez en cuando. Su aspecto es más acorde con su temperamento, tan alegre, llano y amable como el de su esposa aunque, como hombre educado en épocas pasadas, más comedido a la hora de mostrarlo que su señora esposa.
Anda hoy, doña Elvira, ocupada con la decoración navideña. Con pasitos cortos, va de acá para allá, colocando un adorno aquí y otro acullá, adornando el árbol, instalando el pequeño nacimiento. Doña Elvira disfruta de la Navidad tanto o más que cuando era niña. Y don Ambrosio también, aunque deje siempre la cosa de la ornamentación a su esposa.
—Yo no tengo gusto para esas cosas, mejor que lo haga ella —cuenta a todo el mundo. 
De modo que, mientras doña Elvira se ocupa de la decoración acompañada por el sonido del pequeño transistor que, metido en el bolsillo del delantal, la acompaña a todas partes, don Ambrosio lee. Con esfuerzo, porque su vista ya no es la que era, pero con la misma fruición de siempre.
Este año la Navidad será distinta. No habrá reuniones familiares, ni cenas, ni comidas, ni nada. El maldito bicho lo ha trastocado todo, pero, como dice doña Elvira:
—Las cosas son como son y hay que tomarlas como vienen y esto es lo nos ha tocado. Cosas peores se pueden vivir. Demos gracias de estar todos bien. El próximo año ya se verá.
Ellos están conformes y tranquilos. Víctor, el mayor de sus hijos, les regaló hace meses un ordenador de esos y, aunque con dificultad, aprendieron a usarlo lo suficiente como para ser capaces de hacer videollamadas. Será una manera de pasar las fiestas con los suyos. Sin besos ni abrazos, pero juntos a pesar de la distancia.
Probablemente a doña Elvira se le escape alguna lagrimilla. Y posiblemente don Ambrosio esconda alguna suya mientras finge sonarse unos inexistentes mocos. Pero, así y todo, no están tristes. Se tienen el uno al otro. 
Para ellos será como cuando eran jóvenes y aún no habían llegado los hijos. La primera Navidad solos en décadas. La tristeza no hará que puedan estar junto a su familia, mejor disfrutar con lo que se tiene que lamentar lo que no se tiene.
Doña Elvira termina con la decoración y se sienta junto a don Ambrosio. El resto de la tarde la pasarán viendo alguna película de aquellas en blanco y negro que tanto les gusta, bien abrigados bajo una manta, felices de estar juntos.



2 comentarios:

  1. Bonita y tierna historia. Esa será la Navidad en muchos hogares este año.
    Abrazos

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Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

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