No hagáis ruido, casi ni respiréis,
mejor incluso que no miréis.
Dad un largo, enorme, gigantesco rodeo,
pero no os acerquéis, no hagáis ruido, casi ni respiréis
o lo que ahí esté durmiendo
saldrá de caza y vosotros seréis la presa.
Se sentó en un banco del parque a contemplar el otoño. Arrebujada en su abrigo respiraba el fresco aire, escuchaba el rumor de los árboles...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...