No hagáis ruido, casi ni respiréis,
mejor incluso que no miréis.
Dad un largo, enorme, gigantesco rodeo,
pero no os acerquéis, no hagáis ruido, casi ni respiréis
o lo que ahí esté durmiendo
saldrá de caza y vosotros seréis la presa.
El viejo monje observaba la delicada mariposa posada en su dedo. ‒Una vez fui como tú -le dijo-, y una vez tú fuiste como yo. Lo recuerdo ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...