viernes, 27 de octubre de 2023

La niña

 

La veo por el rabillo del ojo. Rubia, preciosa, seria... aterradora. No hace nada, ni siquiera sonríe, sólo está ahí, mirándome. He intentado girarme para verla, pero es imposible, se queda siempre en el borde de mi visión.

Lleva meses siguiéndome. No sé quién es ni qué quiere de mí. Pero sé, con una certeza absoluta, que si me quedo a oscuras algo terrible me va a ocurrir. 

No sé cómo, pero lo sé. 

Ahora duermo con las luces encendidas.Y tengo varias linternas y decenas de velas, sólo por si acaso. Debo tener siempre alguna fuente de luz que la mantenga a raya.

Evito salir de noche y, cuando no queda más remedio, busco siempre las calles más iluminadas.

No la veo andar, pero me sigue a todas partes.

Callada.

Quieta.

Rubia.

Preciosa.

Aterradora.

Las supuestas médiums que he visitado no pudieron ayudarme. La mayoría de ellas ni siquiera me creyeron.

Intenté contarlo, pero me miraron como si estuviera loca. Quizás lo esté. Ojalá lo estuviera.

Ahora mismo está ahí, mirándonos. A mí, que escribo y a ti, que lees.

Tienes suerte, tú no la ves. Ahora mismo sonríe y, créeme, no quieres verla sonreír.

Insisto, tienes suerte, yo sí la veo. Todos los días. A todas horas.

Tú, sin embargo, la olvidarás en cuanto dejes de leer estas palabras y no la verás jamás... O eso espero.



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