La princesa hablaba sobre el dragón monomaníaco que, cada mes, venía al reino para intentar raptarla.
El príncipe la escuchaba inquieto y silencioso.
La hermosa princesa detuvo su charla para lanzar un lastimero suspiro y atusar su dorado cabello.
El príncipe aprovechó ese -sorprendente- momento de silencio para salir corriendo, dejando a la princesa boquiabierta y desconcertada.
Al cabo de una hora -o algo así- el príncipe regresó. Se plantó frente a la princesa de tal forma que los rayos del sol incidieran e hicieran brillar su plateada y refulgente armadura -los príncipes, ya se sabe, aman las apariciones efectistas-.
La princesa, usando su blanca mano como visera y guiñando sus azules ojos para poder mirar al príncipe, dijo con voz de fastidio:
-¿Qué haces así vestido, ya ha empezado la guerra mensual de mi padre?
-Oh, no, no se trata de la guerra. Me he puesto mi armadura para ir a luchar contra ese dragón.- Y diciendo esto, el príncipe adoptó una pose de lo más gallarda (bueno, eso pensaba él, la realidad es que quedaba un poco ridículo).
-¿Y por qué vas a hacer eso?
Porque tú me lo has pedido.
-¿Yo? ¿Cuándo?
-Bueno... antes... hace un rato... te quejabas del dragón... querías que te ayudara... ¿no?
La princesita frunció su níveo ceño y negó con la cabeza.
-No- dijo -. Yo no te he pedido ayuda, ni solución, ni nada.
El príncipe pareció confuso.
-Pero... tú... tú... dijiste que te molestaba... que estabas harta... que no lo aguantabas. Y, claro, yo... supuse... pensé... que querías que te solucionara el problema.
El muchacho se removía inquieto. La princesa frunció aún más el ceño.
-No quiero que me soluciones nada. No te he pedido que luches con el dragón. No necesito tu ayuda.
-Entonces... ejem... entonces... ¿por qué me has contado todo eso sino es para pedirme ayuda?
-Para desahogarme. Nada más.
El pobre príncipe parecía cada vez más perplejo. No entendía nada. Si una princesa te contaba un problema, él, como príncipe y caballero tenía que solucionarlo, tenía que acudir al rescate. A fin de cuentas, eso es lo que hacían los príncipes.
La princesa, sin embargo, estaba furiosa. Ella sólo quería compartir su preocupación con alguien, explayarse un poco, que alguien la consolara no que saliera corriendo a solucionar sus problemas. Ella era capaz de arreglar sus asuntos, no era ninguna niña. A fin de cuenta a todas las princesas les gustaba hablar y compartir sus problemas.
-Nunca entenderé a las princesas- dijo el príncipe.
-Nunca comprenderé a los príncipes- dijo la princesa.
Y se fueron, cada uno por su lado, murmurando y despotricando el uno del otro.
Nanny, simpática historia de princesa avanzada a su época y principe tradicional. Y sin embargo ya empezaban a no entenderse, jajjaj esto ha ocurrido desde siempre...Besos y abrazos reales, caminemos por el mismo sendero
ResponderEliminarPrincesa actual...y cuento genial. Me sorprendes cada día. besos
ResponderEliminar¿Princesas y príncipes o mujeres y hombres? Lo de Venus y Marte, vamos. Simpática manera de ilustrar nuestra incomunicación básica (aunque, por suspuesto, no insalvable, siempre que haya ganas y buena voluntad por ambas partes). Un beso
ResponderEliminarMe identifico absolutamente con tu cuento Nanny.
ResponderEliminarCuantas veces intentamos explayarnos y enseguida nos dan respuestas para solucionarnos el problema.
Sólo cada cual sabe solucionarse sus problemas consigo mismo y con los demás.
Me ha encantado Nanny.
Un besote mi niña.
Sigue sorprendiéndome la capacidad y habilidad que tienes para recrear situaciones de cuentos dándoles jna versión original y diferente. Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Otra genialidad mas. Pero yo voy a ser sincero y no pogre: Cada vez entiendo menos a las princesas y cada vez me queda menos de principe o lo que diablos sea.
ResponderEliminarSi, recibí tu correo, A ver si tengo un poquito de tiempo y te contesto.
Seguro que este cuento le ha encantado a la enana. Un beso para ella.
Me temo que todas las parejas funcionan así. Un beso.
ResponderEliminarLas princesas, lo saben todos los príncipes de brillante armadura, son seres infantiles incapaces de solucionar nada por sí mismas y, a veces, incluso incapaces de darse cuenta de los monstruos que las rodean... por eso es que algunos príncipes toman a las princesas y las encierran en la seguridad, sin dejarles la mínima ventana al mundo que dejan atrás y a todo lo que en él fueron...
ResponderEliminarLas princesas, los saben todos los príncipes de brillante armadura, necesitan ser salvadas... Aunque para ello haya que mentirles sobre el dragón y su naturaleza...
El cuento me ha encantado... Pero creo que está incompleto; falta el punto de vista del dragón...
Cada día me doy más cuenta de que los príncipes están tontos... Anda y que no entenderla!! Jajaja!!!
ResponderEliminarUn besitooo
bueno es refrescante saber que principes y princesas tiene este tipo de argumentos tambien...saludos!
ResponderEliminarPobres príncipes, es que nos pillan ovulando y no hay cuentos que valgan...
ResponderEliminarLa princesa estaba fastidiada porque se trataba de un dragón, y sufría por parte del mismo idéntica falta de comprensión que del príncipe. Si hubiera sido una dragonesa, la princesa y ella se hubieran ido juntas y encantadas a ligar a una discoteca.
ResponderEliminarEs obvio, el dragón era el que le encendía la lumbre cuando la princesa quería fumarse un cigarrillo. El muy tonto no lo entendió.
ResponderEliminarInsuperable tu manera de retratar la situación, eres genial.
ResponderEliminarBesitos guapa
Hoy en los tiempos en que vivimos, en dónde nadie, escucha a nadie. Dónde todos están pendiente del YO, solamente del Yo. Es importante saber escuchar a esas personas, que quieren compartir sus miedos,inquetudes.
ResponderEliminarEl simple hecho de conversar, ya es más que suficiente...
Cariños, Nanny!
jjajjaa este si es un cuento instructivo para las futuras generaciones! y es que hay cosas que nunca cambian.
ResponderEliminarjjajjaa este si es un cuento instructivo para las futuras generaciones! y es que hay cosas que nunca cambian.
ResponderEliminarme encanta como escribes! te sigo desde Chile!
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