La momia avanza, anquilosada y torpe, hacia su víctima que, aterrorizada, retrocede buscando la puerta.
La momia es tan lenta que la futura víctima habría tenido tiempo de escapar y llegar a Tombuctú corriendo, pero esto es una historia de terror y en las historias de terror todas las víctimas se quedan como memas esperando el golpe/mordisco/puñalada/loquesea.
Ya sabes, es su papel ser bobas.
Sí, sí, ya sigo.
Pues lo dicho, que la momia avanza a la escandalosa velocidad de un caracol con reúma hacia su víctima aterrorizada y un poco aburrida de tanta espera.
Ahora os tendría que explicar cómo es la momia, pero os lo voy a ahorrar porque, total, siempre es lo mismo, ya sabes: olor a podredumbre, manos que parecen garras, vendas sucias, ojos hundidos, boca desencajada y bla, bla, bla... Vamos, lo habitual.
Volvamos con nuestra amiga la momia que aún continúa con su avance y la víctima que ha decidido hacerse la manicura para pasar el rato.
¿Qué cómo es la víctima? Pues también lo habitual, ya sabes, rubia, ojos claros, muy atractiva, ropa provocativa, algo ingenua, curiosa y metomentodo, vamos, una petarda insufrible. Ya ves qué poca originalidad.
Pero, a ver, que me despisto y no avanzo, anda, mira, como la momia, que ahí sigue, anquilosada y torpe, avanzando hacia su víct... No, espera, no avanza nada porque se le ha enganchado un trozo de venda en un mueble y está intentando desengancharse.
¿Qué podríamos hacer en lo que se suelta o no se suelta?
Ah, sí, cómo llegó la momia basta aquí. Adivina, venga, es fácil. Eso es, un ladrón de tumbas, una pirámide, una momia, una maldición y... ¡Tará! La momia, a saber cómo acaba en Londres (dónde si no) persiguiendo a culpables e inocentes porque, para qué vamos a andar haciendo distinciones.
Parece que la momia ya ha resuelto su problema y sigue avanzando, aunque no sé a dónde porque la víctima, en lugar de esperar pacientemente como toda buena víctima, se ha largado a la cocina a hacerse un sandwich... ¡Y ni tan siquiera ha invitado! ¡Qué falta de educación! Se merece lo que le vaya a hacer la momia... si es que llega algún día hasta ella.
Tras este refrigerio, continuemos.
La momia avanza, anquilosada y torpe, hacia su víctima que, aterrorizada, retrocede buscando la puerta.
La bella joven, tropieza y se cae... Por supuesto, todas se caen, sino ya me diréis cómo hace la momia para atraparla con la velocidad supersónica que lleva. Pero esta momia, que parece especialmente torpe, va y tropieza. Ahora tardará una eternidad en levantarse.
¿Sabéis qué? Que esto es muy aburrido y paso de seguir narrando. A fin de cuentas, ya conocéis perfectamente el desarrollo, el nudo y el desenlace de esta historia y no me necesitáis para nada.
Con vuestro permiso, voy a buscar algo de comer en la cocina. Si queréis podéis acompañarme.