Batalla
Ambrosio entró en la habitación. Sofía alzó la cabeza con el gesto elegantemente displicente de una malvada reina de cuento.
Él se aproximó con gesto hosco, preparado para soltar su diatriba. Ella se limitó a mirarlo casi con indiferencia.
Ambrosio miró fijamente a Sofía. Sofía miró fijamente a Ambrosio. Casi podía palparse la tensión que flotaba entre ellos.
A los pocos segundos, Ambrosio ya sudaba por el esfuerzo de mantener sus ojos fijos en los de ella. Sofía, sin embargo, mantenía una postura indolente.
De pronto, Ambrosío explotó:
-¡Oh, de acuerdo! -dijo frustrado- ¡Tú ganas! ¡Pero que quede claro que mañana ese sillón será para mí, gata tozuda!
Y volvió a salir de la habitación sin dejar de gruñir.
Macedonia
Pasó la vida enamorado de un sueño inalcanzable y, cuando murió, pasó la muerte enamorado de una realidad inalcanzable.
El viento juega a la rueda con las hojas que giran locamente, juntas, reticentes a perder la unidad de la que gozaban en el árbol perdido.
Entró en el diccionario en busca del "Yo" pero, sin saber cómo, se vio perdido entre "dédalo" y "laberinto" y aún no ha encontrado la salida.
Se sentó frente al sabio y le pidió ver el rostro de Dios. El sabio le mostró las montañas, los ríos, los animales, la gente. Y se fue.
Se sentó frente al sabio y le pidió ver el rostro de Dios. El sabio le entregó un espejo y se marchó.
Hoy encontré a la cordura bailando en el filo de los acantilados de la locura.
A Cenicienta nunca le interesó el príncipe. Le gustaban más los zapatos. Por eso ansiaba el regreso de aquel que había extraviado.
Vivir en el mundo de la fantasía no es tan maravilloso como la gente cree. (El Lobo Feroz tras su enésimo encuentro con los cazadores).
El dinosaurio estaba hasta las narices de seguir allí así que decidió que lo mejor era largarse.
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