Zombis Ser zombis en tiempos del coronavirus no está tan mal: como ya estás muerto, no te puedes contagiar de coronavirus; las leyes no van contigo, así que te puedes pasar en la calle todo el día y, encima, estás siempre rodeado de amigos. La única lástima es la escasez de cerebros, pero, oye, no se puede tener todo en esta vida.
Fantasmas Los fantasmas no están llevando nada bien lo del confinamiento de los vivos. Ellos, tan poco gregarios en general, acostumbrados a la soledad y habituados a causar espanto, se han encontrado con que su presencia ya no amedrenta sino que causa alivio, que su aparición no provoca ansiedad, ni angustia, ni miedo porque los vivos, ávidos de vida social, adictos a los otros, aprovechan a estos pobres espíritus desencarnados para mitigar su soledad y, así, hay fantasmas que pasan la noche viendo series de Netflix, haciendo de confesor y psicólogo, prestando sus manos a alguna dulce ancianita para deshacer ovillos de lana, sirviendo de maniquí a algún amante de la costura, hablando de fútbol con el señor Genaro, preparando bizcohos con aspirantes a reposteros, haciendo pan con émulos de panaderos, o huyendo de las barrabasadas infantiles tal que si del fantasma de Canterville se tratara. Varios, con la burda excusa de que ellos también está en cuarentena, han decidido dejar de aparecerse hasta que esto acabe, otros siguen ahí, al pie del cañón, porque consideran que lo suyo es un trabajo esencial y algunos han preferido trasladarse a “segundas residencias” para esperar el final de todo el barullo. Así que si tenéis por ahí a algún fantasma mostradle, al menos, un poco de respeto y agradecimiento.
Serial killers No es fácil ser “serial killer” en tiempos del coronavirus. No señor. Sin gente en la calle, ¿cómo van a conseguir su material de trabajo? Claro que, entre la cantidad de policía y el miedo al contagio, a ver quién se atreve a poner un pie en la calle. Así que están tan confinados como el resto y con un síndrome de abstinencia que ya, ya... Ellos, pobres, intentan entretenerse volviendo al sencillo placer infantil de torturar insectos que no es, ni de lejos, lo mismo, pero ya se sabe que a falta de pan, buenas son las moscas. Los hay que intentan atrapar cosas más grandes, pero no cazar animales no es tan sencillo como cazar personas, y tampoco es que se pueda encontrar demasiado animal cazable de camino a la compra: algún lagarto despistado, alguna paloma obesa, algún gato escuálido... Así que nada, se conforman con sus insectos y con la compra de pollos para no perder la práctica con los instrumentos cortantes, pero ya se están planteando pedir algún tipo de ayuda al estado si esto se alarga mucho más en el tiempo.
Los vivos merecerían también una estricta clasificación... pues a menudo son los que sorprenden y asustan a los personajes imaginarios.... (a mi me tiene descolocado ese tipo de ser vivo que camina sobre dos piernas y se hace llamar racional, que se ha dedicado a comprar kilos y kilos de papel pal culo....durante unas semanas de confinamiento.... ni filetes, ni leche, ni pan.... lo vital, primerísima necesidad... papel higiénico... ) normal que hasta los fantasmas se sobrecojan. un saludo.
ResponderEliminarHay tantos tipos de seres vivos humanos llamados pensantes y racionales que nos descolocan que, a veces, es mejor fijarse en estos seres de otros mundos, no vivos o medio vivos, un poco espejos deformados (y a veces mejorados) de nosotros mismos. Gracias por visitarme :)
EliminarQué sorpresa encontrar tu blog, la casualidad tiene antenas.
ResponderEliminarEres genial, me fascina lo que escribes, la única pega es que lo haces poco. Estuve leyendo este blog y el otro mucho, todavía me quedan post.
Buenísimos!!
Ojalá sigas y sigas dejándonos con esa imaginación e ironía. Los últimos reflejando de forma exclusiva otro periodo único en la historia.
Un abrazo
Gracias por tu visita y por tus palabras. Es cierto que tengo esto un poco abandonado, como ya he puesto en mi última entrada, procuraré actualizar más a menudo :) Leerte me ha dado muchos ánimos.
EliminarSeguirte es una gozada. Tienes una imaginación sin límite y haces unas caricaturas literarias de lujo además de una visión de la realidad profunda. Absolutamente genial.
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