Amor epistolar
Sus
primeras cartas eran salvajes torrentes de palabras que la atrapaban
y la arrastraban envuelta en un amor intensamente furioso, desatado y
abrumador.
Poco
después la vehemencia desapareció de sus letras y las misivas se
tornaron plácidas como un mar en calma que la abrazaba y la mecía
con dulzura.
Luego
se transformaron en una fina, finísima lluvia, un ligero goteo que
apenas mojaba su corazón y que, en lugar de saciarla, le provocaban
más sed.
La
última, ella lo sabía, sería un frío jarro de agua que caería
sobre su alma dejándola seca y vacía; por eso, cuando la recibió,
la dejó suavemente sobre la mesilla de la entrada y jamás la abrió.
Dos veces en semana
Dos
veces en semana recibía las cartas y, dos veces en semana, las
respondía.
Dos
veces en semana, las abría con ansiedad y las leía con el corazón
haciendo cabriolas en su pecho.
Dos
veces en semana, escribía dibujando su alma con palabras, cerraba
los sobres con ternura y sellaba las cartas con besos y
sonrisas.
Dos
veces en semana, sin faltar nunca, el cartero hacía su entrega,
siempre en mano aunque no fuera su obligación, feliz al ver la
felicidad con que ella recibía las cartas que él mismo le escribía.
Comenzó
a escribirse a sí mismo extensas cartas como método para mitigar su
soledad. Cartas llenas de afecto y amabilidad en las que compartía
consigo mismo alegrías y penas.
Todo
fue muy bien hasta el día en que conoció a Mara y se enamoró
perdidademente de ella. Entonces sus cartas se volvieron amargas,
dolorosas y rezumantes de celos.
Ante
semejante reacción no tuvo la menor duda y actuó como cualquier
persona enamorada haría: abandonó a Mara y se pidió perdón a sí
mismo.
El asesino
El
asesino le envió una carta anónima en la que le advertía:
“Morirás
el día 20, a las 18:00. Ni un minuto antes ni un minuto más tarde.”
Pero
él no la recibió.
El
asesino, hombre caballeroso, al enterarse de semejante desaguisado,
decidió dejar correr el asesinato y se prometió a sí mismo dejarse
de romanticismos y pasarse al correo electrónico: ese nunca se
retrasaba.
Increibles las historias que pueden surgir de tus manos con sólo un tema: cartas. Bravo Nanny Un beso
ResponderEliminarWinnieO: Increíble la de historias que unas cartas llegan a crear :)
ResponderEliminarNanny... anonadada me dejas. Qué cartas. Me encantan.
ResponderEliminarAbrazos.
Carmen: Ya ves, Carmen, esta semana el tema de Gigantes me inspiró micros hasta para elegir :D
ResponderEliminarLástima que se haya perdido el romanticismo de las cartas. Por correo electrónico no es igual. Un beso.
ResponderEliminarSusana: Bueno, yo creo que puede ser igual de romántico un email que una carta por correo ordinario porque lo importante es el contenido y no el continente :)
ResponderEliminarNo se que vas a desechar para tu libro, Nanny...como me dejes elegir a mí está listo el editor. Claro que si lo publicamos en la colección que yo dirijo algo tendré qué decir. A ver como seleccionamos un libro de relatos de 100 o 150 páginas de más o menos 500 que yo considero que son magistrales. Tuyas, sí, tuyas :-)
ResponderEliminarNanny
ResponderEliminarhe llegado a tus cuentos, que me siguen gustando mucho, a través del blog de Juan Zapato, que publicó aquel del niño que quería secar el mar. Te invito a que sigas mi blog, que tiene también literatura mía, y así nos leemos recíprocamente y multiplicamos la difusión Saludos, Lino
Me han gustado todos, pero más que nada el penúltimo.
ResponderEliminar¡¡que buenos, de verdad!!
ResponderEliminarel primer relato me recordó a mí misma hace ya muchos años... también una carta me dijo que todo había cambiado... yo la abrí y la leí.
biquiños,
Emilio: ¿500? ¿Tantos? :D Tengo que recordar escribirte... un email no un correo ordinario :D
ResponderEliminarLino Athaner: Bienvenido a mi blog, Lino, en cuanto pueda me paso por el tuyo :)
Necio-Hutopo: Fíjate que no me sorprende que sea ese el que más te ha gustado...
Aldabra: Muchas gracias :) Yo creo que con el primero hay muchas que nos podemos sentir identificadas, yo también tuve mis cartas...
Me han encantado los dos últimos relatos, en especial el enamorado de sí mismo, que aveces me lo he encontrado :P
ResponderEliminarwakara: Huy, ese enamorado de sí mismo creo que nos lo hemos encontrados todas... y más de una vez :D
ResponderEliminar...que te dan la vida, que te dan la calma.
ResponderEliminarDirección norte.
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Se ha de ser digno para entra en esta casa...
ResponderEliminarDirección norte.
!Ups! Perdón, perdón, estos dedos se me han hecho huéspedes. El comentario anterior no es de aquí.
ResponderEliminarDirección norte.
Anónimo: Menos mal que aclaraste lo del tu penúltimo comentario porque no entendía nada de nada :D Bienvenido a esta casa... vayas en la dirección que vayas :D
ResponderEliminar¿Ir?..Pero si yo venía ¿o no?.
ResponderEliminarMe agrada lo que escribes y por eso fisgo de vez en cuando. Pero me tengo que quitar de esto de bloguear porque, clicando clicando, cualquier día digo a alguien lo de otro alguien y la fastidiamos.
Dirección norte.
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Anónimo: Vaya, me habré equivocado y me pareció que ibas en lugar de venir. Claro que ahí sólo pone dirección norte y ninguna otra indicación. Así que si tú dices que venías, es que venías porque tú sabrás si vienes o vas ¿no? :D Bueno, si en algún momento dices a alguien lo de otro alguien tú, simplemente vuelves a entrar y le dices al segundo alguien que eso para otro alguien... y listo... creo... :D
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