viernes, 21 de octubre de 2011

Alzheimer volitivo

El título del relato se lo debo a Leerio, la "santaclaus" más genial que pueda existir... ¿Ves, Leerio, cómo iba a sacar algo de esto? :D El relato y la canción (más malo que bueno, lo siento) te lo dedico porque sin esa curiosa expresión -es evidente- no habría existido ;) Bueno, y ya que estamos daros un paseito por su blog: Uzbekistan mon amour.







A Elpidio Estévanez no le gustaba su vida. No es que fuera una vida realmente mala, ni que tuviera graves problemas, nada de eso. En realidad su vida podía considerarse envidiable en todos los sentidos pero a él, sencillmente, no le gustaba.


No le gustaba su trabajo, no le gustaba su mujer, no le gustaban sus hijos, no le gustaba su coche, ni su ciudad, ni sus amigos, ni la ropa que usaba. No le gustaba su cara, ni sus pies, ni su cuerpo, ni su ropa. No le gustaba su personalidad, no le gustaba su forma de ser, no le gustaba que no le gustara nada de su vida.


Si alguien le hubiera preguntado a Elpidio el por qué de tan curiosa fobia, este no habría sabido qué responder porque ni él mismo lo comprendía. Por supuesto, tampoco le gustaba no comprenderlo.


Cierto día en que Elpidio Estévanez se levantó más autofóbico que de costumbre decidió acabar con todo y empezar de cero; pero siendo el Sr. Estévanez un ser de poco sentido común, en lugar de limitarse a empacar sus cosas y largarse con viento fresco en plan Gauguin, prefirió olvidarse de todo, perder la memoria, sufrir una especie de amnesia voluntaria, en definitiva, comenzar un proceso de alzheimer volitivo.


Así, esa misma mañana, decidió olvidarse de su esposa, luego de sus hijos y, al llegar la tarde, se había olvidado de toda su familia. Al día siguiente olvidó su trabajo, su coche y su casa. Continuó Elpidio en este proceso del olvido hasta quedar como un papel en blanco: sin nombre, sin identidad, sin personalidad siquiera.


Resulta obvio que, antes que el proceso acabara, Elpidio ya no recordaba que su olvido era producto de su voluntad. El olvido, una vez iniciado, seguía adelante por sí solo.


Cuando su cerebro quedó convertido en una tabla rasa en donde todo estaba por reescribir, Elpidio -la carcasa que antes había sido Elpidio- se sintió en paz consigo mismo y feliz como nunca.


Si es que un ser apenas consciente puede sentir paz y felicidad, claro...












16 comentarios:

  1. La verdad es que a veces me gustaría poder olvidar, pero sólo por un ratito. Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Susana: Todos tenemos esos momentos, creo yo, y todos tenemos recuerdos que nos gustaría borrar para siempre. Lo que habría que saber es qué perderíamos junto a esos recuerdos...

    ResponderEliminar
  3. ¿los recuerdos no forman parte de la vida???? Un besito

    ResponderEliminar
  4. En realidad, lo que hace el bueno de Elpidio intencionadamente es una caricatura de lo que hace por sí solo nuestro cerebro: olvidar lo que no nos gusta, lo que nos hace daño. La adecuada dosificación de olvido es imprescindible para no volvernos absolutamente infelices. Por cierto, a este relato, más que volitivo creo que le cuadra más el adjetivo voluntario; en todo caso, tan entretenido y divertido como todos los tuyos.

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. Pues me ha encantado, Nanny, es un relato magnífico. Me gusta mucho ese crescendo, donde cada vez no le gustan más cosas de sí mismo hasta llegar a no gustarse él mismo y a no gustarle el no gustarse a sí mismo. ¡Cumbre! Y a partir de aquí comienza un descenso en simetría inversa en el que va perdiendo todo poco a poco. Y al final no se sabe si es feliz, pero se le parece bastante.

    Genial y del todo volitivo.

    Vamos, que si alguna duda nos quedaba de cómo usar ese adjetivo, tú las has resuelto en un pispas.

    ;-D

    Y oye, que me encanta y me maravilla como, con un retalito de nada sacado del mercadillo de NW, eres capaz de hacer un traje de gala. O una tienda de campaña, lo que antes ocurra. ;-D

    Un beso, Nanny, eres genial, tía.

    (He suprimido el anterior comentario, que era lo mismo que este, porque daba vergüenza leerlo de los errores de tecleo que tenía) ;.D

    Más besos.

    ResponderEliminar
  7. Creo que todos queremos ser a veces como Elpidio, olvidarnos de todo y de todos y simplemente hacer lo que nos dé la real gana porque nos da la real gana, y sin rendir cuentas a nadie.

    Lo bueno es que seguro que si Elpidio hubiera hecho eso de hacer lo que le dé la real gana, habría terminado igual, porque, en el fondo, por mucho que cambiemos, seguimos siendo los mismos.

    Un beso

    ResponderEliminar
  8. Jo, qué triste.
    Deshacerse de los recuerdos, cuando es gracias a ellos y a nuestra memoria selectiva, que nos animamos a veces a seguir acumulándolos.

    ResponderEliminar
  9. Y será, entonces, que para ser quienes queremos, debemos acabar con quienes somos?... mmm... A veces

    ResponderEliminar
  10. No sería mala idea poder borrar lo que no nos gusta y rescribir de nuevo nuestra historia. Aunque...dicen que estamos destinados a cometer los mismos errores. Sería un experimento interesante, ¿no te parece?

    Buen relato, Nanny, me gusta mucho.

    Besos y un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  11. WinnieO: Pues sí, forman y son la vida pero hay quien no acaba de entenderlo, ya ves :)

    Miroslav: Nuestro cerebro, efectiva y afortunadamente, olvida ciertas cosas porque vivir con absolutamente todos los recuerdos intactos debe ser algo insufrible... lo malo es que Elpidio lleva ese olvido al extremo. (Leo y releo las definiciones de volitivo y voluntario y no acabo de pillar la diferencia, debo de estar torpe).

    Leerio: Me alegro de que te haya gustado lo que he hecho con ese "retalito" que dejaste por Netwriters... y espero seguir encontrando más de esos por ahí :)

    Oscura: Todos, en algún momento, deseamos mandar a paseo nuestra vida y crearnos otra nueva pero no sé si todos querríamos olvidar toda nuestra historia como quiso (e hizo) Elpidio.

    Tesa: Y qué sería de nosotros sin la memoria selectiva... No seguiríamos haciendo muchas cosas que hacemos si no existiera.

    Necio-Hutopo: Pues... es posible, Mario, que así sea. Al menos con una parte de lo que somos para dejar sitio para el que queremos ser. Los dos juntos no pueden convivir... creo.

    Mari Carmen Azkona: A priori sí que parece buena idea pero ¿si borramos esos recuerdos que queda entonces de nosotros?

    ResponderEliminar
  12. Me encanta, Nanny, FELICIDADES. Oye, guarda al menos el DES a la Lee porque el título es de agárrate y no te menees :D (volitivo que no voluntario, mucho más poético, dónde va a parar).

    ResponderEliminar
  13. Todos tenemos un poco de Elpidio, pero lo bueno es darse cuenta que todo lo que tenemos es suficiente y la envidia de muchos, hay que ser feliz con lo que se tiene y aceptarse como uno es.

    ResponderEliminar
  14. Es lo malo de algunas decisiones, que una vez tomadas sus consecuencias se nos escapan de las manos...

    En fin, al menos se le habrá olvidado lo poco que le gustaba su vida y lo que la rodeaba. Así que... ha sido un cambio a mejor, ¿no? Es que no se puede ser tan raro...

    Saludos!

    ResponderEliminar
  15. Volitivo suele usarse para adjetivar la voluntad, mientras que voluntario para adjetivar el acto; el primero debería poder sustituirse por "de la voluntad" y no así el segundo. Por ejemplo, uno de los síntomas de la depresión es la "anemia volitiva", o sea, que la voluntad (o la volición) está muy debilitada, vamos que no se tienen ganas de nada. Pero esa anemia, no es voluntaria, no se sufre porque uno lo quiera. De hecho, cuando leí el título de este post pensé justamente que ibas a hablar de alguien que, en vez de ir perdiendo la memoria, iba perdiendo la voluntad.

    Pero no deja de ser una pijería sin importancia que en nada desmerece tu relato. Un beso.

    ResponderEliminar
  16. ¡da un poco de angustia pensar que pudiera ser verdad!

    biquiños ,

    ResponderEliminar

Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

OFRENDA

  El anciano arrastró su viejo cuerpo al interior del templo, llevaba en sus manos artítricas un pequeño cesto con fruta y pan, su ofrenda d...