Sonrisa
Hace unos días el gato de Cheshire estuvo en casa de visita y su sonrisa se quedó flotando sobre mi sofá. La he limpiado y dado brillo. La he puesto junto al espejo y queda estupendamente. Desde que está ahí, en casa nadie aguanta mucho tiempo deprimido. Eso sí, hemos creado una curiosa tendencia a decir cosas sin sentido.
Si alguien se cruza con el gato, ruego le comunique que puede pasar a por ella cuando quiera... o no.
Incertidumbre
Cuando Hamlet y el gato de Schrödinger se conocieron, se cayeron bien al instante. Hamlet sintió una simpatía instantánea por la incertidumbre existencial del “estar o no estar” del gato y el minino comprendió sin ningún problema la indecisión -también existencial- del “ser o no ser” de Hamlet. Por eso, tras un tiempo de vacilación y duda, ambos, gato y humano, se animaron a compartir vida y perplejidad.
Y ahí andan mezclando dudas e incertidumbres entre el “ser o no estar” y el “no ser y estar” y el “estar o no ser” y el “no ser o no estar” y el “estar y ser”. Y con la única y gran certeza de que son y están felices.
Gato negro
Conocí un gato negro que llevaba tan mal su fama de causar mala suerte que, cierto día, decidió pintar algunas partes de su cuerpo de color blanco. Ahora es mucho más feliz: la gente ya no sale huyendo cuando lo ven y él, tranquilamente, puede seguir repartiendo mala suerte allá por donde pasa.
Marramiau
Marramiau siempre fue un gato curioso y preguntón. Indagar, investigar, analizar, examinar... nada le causaba mayor satisfacción que encontrarse frente a una pregunta y encontrarle respuesta. Nada escapaba a su ansia de conocimiento, absolutamente nada.
Cierto día, Marramiau, comenzó a preguntarse acerca de esas famosas siete vidas que, supuestamente, todo gato tenía. Ninguno de los mininos que él conocía ponían en duda esta cuestión pero cuando preguntaba por el número de vidas vividas, todos contestaban que una y sólo una. Y cuando inquiría sobre si conocían a alguno que hubiera vivido las siete vidas todos hacían referencia a algún primo lejano o a un tío de un vecino o a un compañero de un amigo de su hermano y cosas así. Esto, que debería haberle resultado sospechosamente vago y que, de ser un gato menos curioso, le habría hecho abandonar sus investigaciones sólo hizo que Marramiau arreciara en sus pesquisas.
¿Y cómo saber si en verdad un gato tiene o no tiene siete vidas? Marramiau lo tuvo claro: tenía que inmolar una de sus -supuestas- vidas en nombre del saber. Hizo un primer intento tirándose desde un balcón pero, claro, ya se sabe que los gatos siempre caen sobre sus patas y, por muchas veces que se lanzó desde diferentes alturas, no hubo forma de lograrlo. Luego probó otras dos docenas de formas de suicidarse demostrando que, al parecer, eso de suicidarse no es tan fácil como parece... al menos en su caso.
Finalmente, el minino curioso logró acabar con su vida dejándose arrollar por un camión cargado de pescado fresco. El cuerpo de Marramiau quedó, destripado y aplastado, sobre el asfalto... y, al cabo de un rato, el espíritu gatuno tuvo claro que los gatos tenían una sóla, única y extraordinaria vida.
Marramiau había satisfecho su curiosidad... aunque no tuviera posibilidad alguna de transmitir su nuevo conocimiento a sus congéneres.
Como siempre,me dejas sin palabras para comentar.
ResponderEliminarEres estupenda querida Nanny.
Besos gatunos.
Uff, que repelús me dan los gatos. Pero sigues siendo tan original y creativa como siempre.
ResponderEliminarLo peor de todo el asunto es que los gatos son, efectivamente, así... Y que mejor...
ResponderEliminarFANTÁSTICO homenaje gatuno Nanny. Qué arte tienes.....¿sabes? Yo sé que acabaré con gato en mi vida....lo sé...pero más adelante. Un beso
ResponderEliminarMaricarmen: Y tú, como siempre, tan amable conmigo. Muchas gracias :)
ResponderEliminarKotinussa: Vaya, no sabía que te dieran repelús los gatos. Yo me confieso más de perros que de gatos pero es que, esos felinos, son demasiado independientes y no hay manera de darles achuchones a gusto :D. Gracias por lo de original y creativa :)
Necio-Hutopo: Vaya, me alegro de haber acertado en mis desvaríos gatunos :)
WinnieO: Yo no tengo ni perros ni gatos ni ningún tipo de mascota. No creo que vuelva a tener ninguna porque al "husband" no le entusiasman pero tengo una hermana que le ha dado por adoptar gatos callejeros (ahora tiene dos) y tan contenta :) Te aviso: si te descuidas, se escapan y no vuelven...
Desde este momento, me declaro fan de Cheshire y del gato negro!!!
ResponderEliminarY pobrecito Marramiau... espero que se pueda aparecer en sueños o algo así para alertar a los demás mininos!!
Un besazooo
bellos seres los gatos, curiosos y sonrientes, presente o no… me has hecho querer mas a los gatos dicho sea de paso.
ResponderEliminarMe ha encantado tus historias gatunas sobre todo sonrisa y gato negro.
ResponderEliminarYo, como tu, soy mas de perros pero los gatos saben ser mu melosos cuando quieren.
Sigo con el ordenador muerto, pero me tenia que pasarme por aqui porque echaba de menos tus historias.
un saludo
Me gusta especialmente el minicuento del gato negro que se pintó de blanco. Es como una cirugía estética de gatos.
ResponderEliminarUn Michael Jackson gatuno.
:)
Acoolgirl: Muy bien hecho,yo soy fan del gato de Cheshire desde hace tiempo, es un tipo la mar de interesante :D
ResponderEliminarTnf25: Aunque me haya confesado ya, más de perros que de gatos, reconozco la fascinación que estos felinos poseen. Y es que esos andares de dioses y ese mirar indulgente resulta bastante atrayente :D
Un libro abierto: También son esas dos mis historias favoritas (y parece que la de todos o la mayoría :). Los gatos son melosos... cuando les interesa. (Espero que recuperes pronto tu ordenador).
Tesa: Bueno, tanto como una cirugía... es más bien como cuando nos teñimos el pelo ... aunque por razones un tanto diferentes :D
Vaya con tus gatitos. Pobrecito el último, su curiosidad lo dejó sin pescaito.
ResponderEliminarComosiempre, tus cuentos son fabulosos.
Besicos muchos guapa