Asimismo, si Zacarías hubiera sido un hombre dado a supersticiones, leyendas, parapsicologías y mitos de todo tipo, quizás -sólo quizás- habría visto alguna cosa anormal en la antedicha, pero a Zacarías esos temas no le resultaban atrayentes. De modo que no encontraba nada -demasiado- extraño en el pertinaz hirsutismo de su amada. Y, por supuesto, tampoco encontraba nada insólito en el hecho de que cada veintiocho días, coincidiendo con la luna llena, su chica se volviera extremadamente arisca y se negara a verlo pues ambas cosas eran achacadas por Zacarías a lo que él denominaba eufemísticamente “sus días especiales”.
Llegado el día de conocer a su futura familia política, Zacarías consideró de lo más normal que sus futuros suegros y cuñados vivieran en una cueva (cosa que nos hace sospechar que, probablemente -sólo probablemente-, Zacarías era algo... obtuso). Se sintió, eso sí, algo incómodo al ser recibido con olfateos varios pero, sin perder la sonrisa -ni la lentitud de comprensión- el bueno de Zacarías achacó tal conducta a que sus nuevos parientes eran extranjeros y ya se sabe lo singulares que llegan a ser algunas de esas costumbres foráneas.
Fue en esta misma reunión donde se le comunicó a Zacarías Kull que, si quería formar parte de la familia (en realidad, la palabra usada fue “manada” pero ni por esas se dio Zacarías por enterado), debería pasar por un pequeño “trámite”, sin importancia, pero ineludible para la buena convivencia familiar. El obtuso, confiado, cándido e incauto Sr. Kull, aceptó sin preguntar, ni dudar, ni plantearse nada. Aceptó, contento y entusiasmado ante la idea de participar en alguna especie de “exótico ritual de aceptación tribal” (así lo llamó él).
Un par de semanas después, Zacarías viajó hacia la cueva en la que aún vivían los abuelos de su prometida, quienes serían los encargados de llevar a cabo la... hummm... pequeña formalidad que lo convertiría en miembro de pleno derecho del... humm... clan.
Era una noche de luna llena y tanto su novia como el resto de su parentela se encontraban especialmente alterados y agresivos... pero Zacarías seguía sin ver nada extraño pues todo lo achacó a que debía ser una ceremonia muy importante en su cultura.
Dejaron a Zacarías a solas con el patriarca, cuyo aspecto era realmente fuerte y juvenil para la edad que -se suponía- debía tener... pero Zacarías seguía sin ver nada extraño porque dio por supuesto que era un hombre que se cuidaba mucho.
El viejo patriarca abrió las ventanas dejando que la blanca luz lunar cayese sobre su figura e, inmediatamente, comenzó la transformación... pero Zacarías seguía sin ver nada extraño pues pensó que todo formaba parte del rito.
El hombre lobo se giró hacia él con las fauces abiertas, rugiendo y aullando... pero Zacarías seguía sin ver nada extraño en ello.
En realidad Zacarías no vio nada extraño, ni se preocupó, ni sintió miedo hasta que tuvo los dientes de la bestia clavados en su cuello. Sólo entonces, por fin, sus sinapsis neuronales hicieron las conexiones necesarias y, todas a una, comenzaron a gritar histéricas anunciándole que se había metido en la boca del lobo... literalmente.
Pese a lo que pueda parecer la cosa no fue tan terrible. Sí, sí, hubo bastante -mucho- dolor. Y también hubo mucha -abundante- sangre. Y hubo gruñidos y rugidos y toda la parafernalia pero... bueno, una vez pasado el “trámite” Zacarías tuvo que reconocer que no había sido tan terrible.
El obtuso y confiado Zacarías Kull ya era un hombre lobo.
Poco después, se casó con su novia y fueron a vivir con su manada. No sabía si algún día llegaría a ser un macho alfa y formar su propio clan pero, bueno, de momento no le importaba. De momento le bastaba con disfrutar de su nueva condición.
Sólo había un problema.
Un problema que le amargaba la parte más divertida de ser un hombre lobo.
Zacarías Kull, al transformarse en licántropo descubrió algo terrible de sí mismo.
Zacarías Kull descubrió que, aparte de obtuso, confiado e incauto era alérgico al pelo de los animales.
Aún anda buscando el remedio definitivo.
jajajaaj.¡que bueno!..y con lo que me gustan a mi los lobitos estos..a ver si tienen churumbeles pronto y me secuestro un cachorrilo, que siempre he querido tener uno como mascota...
ResponderEliminarPues ya le vale a Zacarias. A mi francamente no me importaría padecer la mordedura de un lobo siempre y cuando me transmitiera sus poderes, especialmente el oído y el olfato.
ResponderEliminarNo es tan fiero el lobo como lo pintan. Tan sólo hay que saber tratarlo.
xD
ResponderEliminarBuenísimo!! me encanta el estilo con el que lo has escrito, muy fresco y divertido.
Vaya problema. Será por eso lo de cuidado con tus sueños, no sea que los consigas. Un beso.
ResponderEliminarmmm... Que se haga licántropo xoloescuincle... SOn pelones.
ResponderEliminarQué mala pata, de verdad!! Después de pasar por todo eso…
ResponderEliminarEspero que encuentre pronto solución a su problema… que me ha caído bien el chico!! Jaja!!
Un besazooo
Jajajajajajaja hay que ver lo que se llega a hacer por amor, jajajajaja cosas realmente insospechadas, cosas innegociables, sin marcha atrás, jajajajajaja Me encantó la imaginación que derrochaste en el relato y el sorprendente final
ResponderEliminarBeatriz: Bueno, vale, tú puedes intentar secuestrar algún cachorrillo de Zacarías... pero más vale que no te pillen...
ResponderEliminarPeterPsych: Pobre Zacarías, si él está encantado con ser hombre lobo ¿Qué culpa tiene él de ser alérgico al pelo animal y de no tener la menor idea? Intentar disfrutar de sus poderes lobunos mientras estornuda como un loco se vuelve de lo más complicado, en serio ;)
Carabiru: Muchísimas gracias :)
Susana: Bueno,en este caso, el pobre Zacarías no es que soñara en convertirse en licántropo, más bien se tropezó con ello :D
Necio-Hutopo: Vaya, desconocía por completo esa raza de perro (acabo de mirarlo en Google). Supongo que sería lo mejor para él pero... un licántropo no elige en qué tipo de hombre lobo se convertirá. De todas maneras, seamos sinceros, un hombre lobo pelón como que daría más pena que miedo ¿no? :D
Acoolgirl: Bueno, ahí anda el pobre Zacarías, de médico en médico y de veterinario en veterinario, buscando solución a su problema, si lo logra, ya te contaré :D
Steve: Mmmm... la verdad es que en el caso del Sr. Kull no sé si hizo lo que hizo por amor... o por que no se enteraba de nada. Yo voto por la segunda opción, menos romántica pero que, en el caso de Zacarías, me parece más realista :D
¡platz! ¡sitz!
ResponderEliminarperrito... perrito...
Jajajajaja, me encanta. Además se puede hacer interpretación en clave feminista: eso pasa por pensar que cuando no estamos dulces y dóciles es porque estamos en "nuestros días".
ResponderEliminar;).
Me encantó (un poco para mi sorpresa) Los hombres que no amaban a las mujeres. Ya verás como te lo comes en un pis pas.
Un beso!
vamos!!! eso si que es un problema!!!!
ResponderEliminarTesa: Na... ni te molestes. El pobre Zacarías es tan obtuso que ni se entera de lo que le dices :D
ResponderEliminarClarita: Oye, pues no había pensado yo en la interpretación feminista pero, ahora que lo dices, tienes toda la razón :D
A la novela le estoy dando una segunda oportunidad porque a la primera no pude con él. Reconozco que, en este segundo intento, me está enganchando mucho más.
Tnf25: ¡Y de los grandes, Antonio, de los grandes! :D
Me encanta el licántropo! (como personaje mítico claro xD)
ResponderEliminarJo, ¡qué p*t*da!. ¡Pobre Zacarías! Con lo rejalante que tiene que ser aullar como loco en las noches de luna llena... Que a uno le de la tos e incontables estornudos irrefrenables en medio de un aullido, tiene que ser una faena. Por no hablar de que será el hazmarreir de la manada...
ResponderEliminarTal y como es, yo creo que ni se dio cuenta de que era alérgico o que ni le importó.
ResponderEliminarBueno el problema de pelo sera solo unos dias cada un tiempo y siempre puede ir al instituto ese que anuncia que solo te quedan unos dias para salvar tu pelo y plantearles el problema inverso. Igual hace hasta proselitismo entre los clientes.
ResponderEliminarPrimer hombre lobo con "sarpullio menuito", que se apunte a la ONCE por lo del rasca.
ResponderEliminarMuy bueno, lo que me estaba perdiendo yo por los Jazztelianos de los grkgjns...
Abrazos
Tuvo que pasar varias barreras para su transformación, igual no fue nada de fácil.
ResponderEliminarSufrir mucho dolor, no es grato!
Eso de ser alérgico al pelo de los animales, lo sé muy bien, yo también lo soy, aun así los adoro.
Besitos!
Gracias...
...Qué hartura de hombres lobo, por Dios.
ResponderEliminarCuando sólo había uno te imponía un cierto respeto, como pasa con los aliens, pèro desde que uno los vé en familia, en manada, en colectivo y en todas las formas gregarias posibles, como que dan ganas de quitarse la alpargata y calentarles el culo, a ver si dejan ya de dar la lata.
Con los zombies nunca se harta uno, ¿ves? De hecho, está comprobado que cualquier relato, libro o película mejora considerablemente si se le añaden algunos zombies por aquí o allá.
"¿Dónde va vuesa merced? ¿no vé que esos no son gigantes, sino zombies?" ...y así todo.
¡Ja, ja ,ja¡¡¡ ¡Superdivertido¡ ¡Mira que sabes ser original y hacer reir¡ Gracias, Nanny...
ResponderEliminarY lo de Zacarías, si es que el amor es ciego...y para colmo el pobre hombre es el típico cuitado....Saludos y muchas gracias por tu creatividad....
El mito (o realidad) del licántropo, parece el deseo del hombre de volver a convertirse en animal. Mejor nos iría creo.
ResponderEliminarBesos.
Siempre pueden acudir al pasillo de Gilletes y ceras calientes xDD
ResponderEliminarBss*
Genial, como siempre. No deja de darme lástima el pobre Zacarías a pesar de que normalmente no siento mucha compasión por los persistentemente idiotas.
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