viernes, 5 de diciembre de 2008

Venganza

Tres golpes en la puerta me sacaron de mi embeleso. Al abrir me encontré con un desconocido envuelto en una capa que me pedía asilo. No sé qué me llevó a ser tan confiada como para abrir la puerta y franquearle el paso, quizás porque era muy atractivo, quizás por que el vino me hacía atrevida, quizás fue su mirada. El caso es que le dejé pasar y le ofrecí una copa de vino.

Ahora el atractivo desconocido se encontraba sentado en mi sillón favorito, bebiendo una copa de mi vino favorito. Se llamaba Edelbert Conway, y era, sin duda, el prototipo de héroe romántico: alto, fuerte, irresistiblemente atractivo, mirada penetrante y torturada... Su lugar natural era en unos acantilados irlandeses con el viento alborotándole el cabello oscuro y pegando la camisa a su poderoso pecho; con la mirada perdida en el horizonte marino, torturado por quién sabe qué extraños pensamientos. Así era Edelbert, un hombre de los que hacen temblar las piernas a las mujeres o al menos eso cuentan las novelas románticas.

En un principio Edelbert Conway se mostró taciturno y escasamente comunicativo pero, pronto, el buen vino y el calor de mi chimenea lo alentó a contarme su triste historia.

Fue un amor a primera vista, me contó, un flechazo sin paliativos. Morgana Witches, lo conquistó con sólo una mirada de sus ojos verdes. Luego vino una relación intensa y apasionada, un noviazgo corto, una boda ostentosa, una empalagosa luna de miel, un regreso esperanzado y un matrimonio infausto. Todo ello en el breve plazo de veinticuatro meses.

Edelbert me contaba todo esto sin apartar la mirada de las llamas que lamían con glotonería los troncos de pino. El viento procedente del océano silbaba entre los árboles del exterior. Su voz sonaba amarga mientras me contaba las continuas peleas con su esposa, las noches en que se iba de casa dando un portazo y la sensación de vivir un fracaso. Su matrimonio se hundía más rápidamente que el Titanic y él ya podía sentir el frío llegando hasta su corazón.

Entonces la conoció a ella: Alisandra Cavanaugh. Hermosa como una diosa griega, misteriosa como ellas. Una mujer fuerte y encantadora, valiente y dulce. Una mujer que lo volvió loco de amor (al parecer, a Mr. Conway no le era difícil dejarse llevar por el arrebato amoroso). Su amor fue correspondido -por supuesto- y se amaron a escondidas durante meses ya que Edelbert nunca parecía encontrar el momento adecuado para enfrentarse a su desinformada esposa.

Lamentablemente para Edelbert y Alisandra no fue necesario informarla de nada. Ella sola lo descubrió todo “gracias” a que, por fatal coincidencia, la mano de Morgana se encontró en el lugar inadecuado en el momento más inoportuno: en el bolsillo de Edelbert que, en ese momento, guardaba una – ardiente- carta de amor de Alisandra en la que daba cuenta del lugar y hora de su próximo encuentro.

-Puede imaginarse -me dijo Mr. Conway suspirando profundamente- que no fue un descubrimiento nada agradable, en ningún sentido.

Morgana, a pesar de su apariencia delicada, tenía un genio de mil demonios. Era, además, posesiva hasta lo enfermizo y vengativa hasta la obsesión. Teniendo en cuenta todos estos datos puede considerarse que su reacción fue de lo más “lógica”. Así fue totalmente “lógico” que se presentara en la cita y también fue “lógico” que hubiera una desagradable escena con todos los típicos tópicos de estas escenas: lágrimas, gritos, rotura de diversos enseres contra las paredes, arañazos a él, intentos de dejarla calva a ella, más lágrimas, más gritos, huida precipitada de la rival...

También fue “lógico” que tras descubrir que su esposo le era infiel Morgana planeara su venganza.

El viejo reloj de péndulo del abuelo dio las doce. Edelbert me miró a los ojos por primera vez desde que comenzó su relato: - Morgana Witches... no puede haber nombre más descriptivo ¿no cree?-.

Morgana era bruja, nacida de una larga saga de brujas. Morgana era bruja y gran conocedora de hechizos, rituales y pócimas de todo tipo... y él no se enteró hasta que fue demasiado tarde.

-La misma noche que Morgana me habló de sus artes brujeriles -siguió contando Edelbert- me lanzó su primer hechizo, dejándome incapacitado para huir. También llamó a unos cuantos diablillos que se lo pasaron muy bien torturándome de mil maneras diferentes. Nada de lo que me hacían, sin embargo, menguaba mi fuerza física pues ella no deseaba mi muerte, no, ella lo que deseaba era verme sufrir.

Pero de todo se cansa el ser humano y las brujas, a pesar de todo, también son humanas así que Morgana acabó cansándose de atormentar a Edelbert y decidió hacerlo desaparecer de su vida para siempre.

Mi invitado lanzó otro de sus tristes suspiros y me alargó la copa para que volviera a llenarla. Mientras vertía mi mejor vino en su copa pensé que no me apetecía demasiado conocer la continuación de su historia. Sin embargo, algo me impelía a pedirle que continuara. Y eso hizo.

La venganza elegida por Morgana -continuó Edelbert- fue... fue... bueno, mejor será que le ponga usted los calificativos que quiera. La venganza de Morgana fue transformarme en personaje de ficción. La venganza de mi esposa fue condenarme a vivir en un relato, para siempre, sin posibilidad de escape. Su castigo fue obligarme a repetir mi historia una y otra vez ante usted, ante ti Alisandra. Sin que tú recuerdes quién soy yo, sin que sepas quién eres tú. Mi condena es verte y hablarte eternamente, sabiendo que habito, que habitamos, unas escasas páginas de un oscuro libro, y saber qué tú no tienes ni idea de todo esto hasta que te lo cuento. Y que no recuerdas nada. Y que, ahora mismo, estás pensando que soy un loco. Mi condena es, en fin, saber que voy a intentar besarte porque te amo y que tú vas a resistirte a ello porque estás convencida de que soy un perturbado. Cogerás el abrecartas de esa mesilla y me lo clavarás hasta que caiga muerto a tus pies. Lo sé porque lo ya te lo he contado miles, millones de veces. Lo sé porque ya lo has hecho miles, millones de veces.

Y entonces Edelbert Conway rodeó mi cintura fuertemente. E intentó besarme. Y yo tomé el abrecartas plateado que me había regalado mi padre (porque... me lo había regalado mi padre ¿verdad?). Y, finalmente, tras un breve forcejeo, asustada, se lo clavé en la espalda, no una vez ni dos, sino incontables veces.

Todo tal y como él me había contado hacía unos instantes.

Cayó muerto a mis pies, tal y como él me había dicho.

Solté el abrecartas como si ardiera y, entre temblores, me senté en mi sillón favorito a tomarme una copa de mi vino favorito. Había matado a un hombre y eso me aterraba, pero también me aterraba la idea de que, quizás, su historia fuera real. Tal vez me llame realmente Alisandra Cavanaugh, tal vez esté condenada a matar a Edelbert Conway una y otra vez hasta el fin de los tiempos.

Sentada en mi sillón favorito, con mi vino favorito, contemplé las llamas y escuché al viento silbar entre los árboles del exterior.

Tres golpes en la puerta me sacaron de mi embeleso...


30 comentarios:

  1. ¿Hay continuación? Me gustan los finales felices, soy así de boba. Muy logrado. Un beso.

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  2. Eso eso, para cuando una historia feliz, de finales felices....o una historia de marte en que tu veci encuentra a su príncipe venusino mientras las pelusas cantan el only you ...ehhh? ehhhh?

    Pd: ¿Husbaaand sigues vivo? y entero? ..pa´asegurarme no más.

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  3. Señorita, su canción ya suena en nuestra JUKEBOX... un beso y que la disfrutes...

    Marea@

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  4. Hola.
    Ha ocurrido un problema con tu post.
    Si puedes volver a ponerlo, te estaría agradecida.
    http://labrysmoom.blogspot.com/

    Había quedado duplicado. He pensado que podía corregirlo, y al entrar en él ha salido un mensaje de error.
    He cerrado la actividad de golpe, pero cuando he vuelto había desaparecido tu post.

    Me ha gustado muchísimo.
    Un abrazo.

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  5. Hola.
    He ido de nuevo y desde el escritorio he podido intervenir y relanzarlo.
    Estas novatadas nos enseñan, jaja ja.

    Gracias por participar.

    Sigo pensando que tienes un blog magnífico.

    Un abrazo, Anna.

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  6. una venganza exepcional...sin lugar a dudas

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  7. ai! que me tienes tan enganchada a tus cuentos, que ya te echaba de menos.

    a Morgana:
    - tiaaaa...¿que mas te daba?, si total te ivas a separar de el. Tenias que haberlo dejao tu antes o haberte buscando amante. Tas pasao un pelín...

    (¡mierda!, me ha convertio en rana)

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  8. Como mola! Queremos más!!

    Y... no se porqué el final, lo de los tres golpes en la puerta, tal y como me he imaginado en mi cabeza la historia, me suenan muy a Allan Poe :P

    Besos!

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  9. Será la primera vez en mucho tiempo que comento antes de que contestes la primera ronda de comentarios...

    En fin, que estoy un poco (bueno, mucho) bebido y bastante confundido, así que tal vez no he entendido bien todo... Así que los apluasos que luchan por golpearse entre mis palmas tendrán que saber esperar mejores y más sobrios momentos, por lo pronto; me voy a buscar aquel sombrero que solíamos quitarnos de vez en vez...

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  10. Jo
    ...luego lo peor es que la realidad supera muchas veces a la ficción y vivimos los culebrones.
    Esto del amor y sus historias es complicao.

    Beso

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  11. Susana: Pues no, no hay continuación. El relato está completo. A mí también me gustan los finales felices pero yo es que no mando en mis relatos, en serio, rara vez sé cómo va a acabar un relato... hasta que lo acabo. Intentaré que el próximo sea más alegre :)

    Marguerite: Mira la veci, viene de visita de higos a brevas y, encima, reclama la tía... En fins, te aprovechas de que, a pesar de tus camelias y sw tus pelusas, te he cogido cariño y todo. Intentaré algo con príncipes venusinos y vecinas nudistas :P Ah, el husband sigue vivo y entero... no sé por qué lo preguntas... ejem ;)

    Mare@: Ya te di las gracias en tu blog pero vuelvo a dártelas ahora porque esa canción me gusta mucho, mucho :)

    Jaurne: Y a mí que la venganza me parece bastante amarga...

    Objetivopoetas: Bueno, este problema ya lo hemos solucionado. Gracias de nuevo ;)

    Antonio F.: Las brujas es lo que tienen: todo lo hacen de manera excepcional.

    Beatriz: Siento haber tardado tanto en postear pero es que llevo un tiempo que el tiempo se me escapa sin darme tiempo para nada :) Dice Morgana que le da igual que su matrimonio estuviera acabado que Edelbert o era suyo o de ninguna y que se lo podía haber pensado antes y que ya te puedes ir buscando una charca que tienes pa' rato como rana :)

    erMoya: ¿Más de este? Buf, este está completito. No sabría seguirlo. Más parecidos igual podría :) Ah, y sí que puede tener algo de Allan Poe, a fin de cuentas he intentado darle una imagen romántico-gótica :)

    Mario: Jajaja... hacía tiempo que no te pasabas por aquí tras una de esas noches tuya de juerga. ¿¿¿QUÉ TAL LA RESACA??? Ains... es que me encanta gritar por las mañanas a los resacosos :D

    Tesa: Es mu complicao, aunque en esta venganza poco amor hay... como en tantos crímenes que oímos a diario en las noticias...

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  12. "¿¿¿QUÉ TAL LA RESACA???"

    Dejemoslo en que noche la de anoche... que noche

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  13. qué putada, la tortura es para los dos, qué jodía la Morgana :P



    Bueno, a ver, que yo sigo esperando que se casen jajajaajajaj

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  14. Algo me dice que, entre relato y relato, Edelbert se entretiene con Heathcliff intercambiando historias sobre amor imposible en torno a una botella de ron, mientras el viento aulla en los páramos.
    Hermoso relato, Miss Nanny Bronte

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  15. Hum, un relato 100% wildeano. Me ha encantado. Tienes un espíritu cautivo en el siglo XIX. Cartas de amor escondidas de forma apresurada en el bolsillo de una americana... Hoy quizás hablaríamos de borrar el "historial de favoritos" del ordenador después de oir sonar el interfono, jajaja!

    Puede llegar a deducirse que temes el insurgir de un amante misterioso. O la súbita aparición de un sentimiento tsunami.

    La malvada hermanastra de Arturo es una mujer terrible, capaz de arrastrar al más sabio de los hombres a los abismos de la sinrazón.

    No le daría más importancia de no ser porque los mitos suelen albergar siempre terribles realidades.

    P-Tons!

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  16. la venganza dicen que es un plato que se sirve frio. Si además se acompaña con buen vino y viento exterior, es fantástica.

    Besos.

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  17. Hola Nanny... espectacular! Me encantó la historia.

    ¡Pequeña, gran venganza! ¿no?

    bsss.

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  18. He disfrutado el relato con la sensación de que hay un momento en el que has dejado que el personaje de Edelbert actuará por su cuenta, que le has dado plena libertad para que sea él quien decida el transcurso de su historia, entrando en un ritmo trepidante. Eso, en mi opinión, es tu gran maestría creadora, y consigues que no podamos apartar los ojos del texto. Genial.

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  19. ¡Vaya!... y otra vez vuelve a empezar todo?

    Me ha encantado el relato, ¡es chulísimo!!!!

    Besicos guapa.

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  20. Pues aunque a mí me gustan los finales felices y no me gustan las venganzas.... me ha encantado. Será que quien sabe hacer literatura todo lo transforma en bello... el terror, la venganza, el miedo, el odio, la crueldad...
    Sigue con tus finales no felices, y con tus bellas historias...
    Un beso.

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  21. Te confieso que me ha costado un poco leerlo (he acabado con la vista cansada... ¿me estaré haciendo viejo?) pero me a parecido sublime (aunque yo no le pondría continuación, como te han preguntado antes)

    BESAZOS

    Psd: Por cieryo, la venganza no debería estar en los "diccionarios personales de la gente" (no sé si me entiendes), por lo menos en el mío no lo está ;)

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  22. Morgana es increíble, creo que no hay nada peor que una venganza cíclica... de pronto me viene a la mente la película Lady Halcón; también los fastidiaron bien fastidiados a los pobres enamorados.

    Me leí el mes pasado "Un tipo encantador" y creo que, de los de la Keyes, es el que menos me ha gustado aunque debe ser el que más trabajo le ha costado hacer a ella. Me falla el final, no sé.. me falla algo al final. Estoy deseando que lo termines, jeje! Siento estar tan perdida estos días, no paro y por estos lares todavía no tenemos conexión (jo).

    Besazos :)))

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  23. Qué historia tan bien contada... Lástima que se haya quedado a medias. Pero supongo que le pondrás un final y cuanto más feliz, mejor. También puedes hacer que temine mal, así nos fastidiamos todos. O que no pase nada... así seguiremos esperando el siguiente capítulo. Total, que voy a leer cualquier cosa que tú decidas, que para eso eres la jefa.

    Un besote enorme!

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  24. La infidelidad...No es lo peor que te pueden hacer pero es sin duda lo que más te desconcierta, la razón va por un lado y los sentimientos por otro, y, aunque sepamos que en el fondo no poseemos a nadie y que nos puede pasar a todos el instinto territorial, el miedo a perder, a que les den nuestro amor a otra persona, los besos, las caricias, antes nuestros, ahora de otra...Sin duda duele, quema... Excelente relato!!
    Besos

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  25. ¡Hola guapa! otro intento más de volver a la fidelidad cibernética, espero que esta vez pueda ser.
    Aunque no te deje comentarios te leo de vez en cuando...hija...El paro es tan estresante...jejeje
    Besos

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  26. A veces sí da la sensación de que la vida fuera un guión en el que somos meros actores que asumimos un papel sin conocer ni el planteamiento, ni el nudo, ni el desenlace.

    Me hubiera encantado que os hubierais besado porque yo también creo que habría sido incapaz de desafiar el guión. Un relato para la reflexión. Besos.

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  27. A veces sí da la sensación de que la vida fuera un guión en el que somos meros actores que asumimos un papel sin conocer ni el planteamiento, ni el nudo, ni el desenlace.

    Me hubiera encantado que os hubierais besado porque yo también creo que habría sido incapaz de desafiar el guión. Un relato para la reflexión. Besos.

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  28. A veces sí da la sensación de que la vida fuera un guión en el que somos meros actores que asumimos un papel sin conocer ni el planteamiento, ni el nudo, ni el desenlace.

    Me hubiera encantado que os hubierais besado porque yo también creo que habría sido incapaz de desafiar el guión. Un relato para la reflexión. Besos.

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Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

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