La Parca se puso la parka,
cansada de túnicas viejas,
y de arrastrar sudarios
por calles nevadas
y húmedas callejas.
Subió la cremallera hasta el mentón de hueso,
se encajó la capucha de pelo sintético,
y guardó la guadaña plegable
en el bolsillo secreto.
Ahora viaja en el metro,
un viajero más con frío,
inmerso en el barullo humano,
sintiendo sus sueños y miedos,
buscando el calor de un cuerpo cercano,
fingiendo que tiene una vida,
que los seres mortales son sus hermanos
y siguiendo en silencio
a su próxima víctima.

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Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...