viernes, 28 de febrero de 2025

 


Mi madre tenía una figura de San Pancracio con su correspondiente ramita de perejil mustia y, la mayor parte del tiempo, castigado de espaldas. Como todas las madres y abuelas jugadoras de loterías, ciegos, quinielas y demás, vivía con la esperanza de ganar unas perrillas no para ser rica, no, tan sólo lo justo para vivir con más tranquilidad. San Pancracio cumplía a veces, pocas y muy poca cantidad. A pesar de todo, ella no perdió nunca la fe en el santo.

Mi madre ya no está. 


La última vez que lo vi, San Pancracio seguía castigado, sin perejil y cubierto de polvo. Decidí limpiarlo y girarlo, no merecía el castigo. San Pancracio, al menos, le había regalado ilusión.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

  Mi madre tenía una figura de San Pancracio con su correspondiente ramita de perejil mustia y, la mayor parte del tiempo, castigado de espa...