Marcelo
odiaba el turno de noche en la morgue y eso que, normalmente, no era
nada aprensivo -no podía serlo siendo forense-, ni creía, por
supuesto, en fantasmales apariciones -había hurgado en demasiados
cuerpos como para creer en cosa semejante-, pero durante esas largas
noches de trabajo el silencio de los muertos parecía mucho más
opresivo y su presencia más tangible. Si a todo eso añadimos una
noche tormentosa como aquella, con continuos (aunque breves) cortes
de luz, y un programa de radio lleno de aparecidos y psicofonías
varias, la imaginación tenía el terreno perfecto para correr
desbocada y hacerle un poco de hueco al ancestral miedo que los
espectros despiertan en los vivos.
Decidido
a frenar su loca imaginación, Marcelo pensó que lo mejor que podía
hacer era cambiar de emisora, olvidarse de la tormenta y ponerse a
trabajar en su próximo cliente que, desde hacía rato, aguardaba ser
atendido en uno de los cajones del gran congelador.
Marcelo
se aseguró de tener todo el material listo, se lavó las manos, se
colocó guantes, mandil y gafas, abrió la portezuela y extrajo el
cuerpo que, de inmediato, se sentó y comenzó a gruñir de manera
aterradora. El forense tomó un bate que tenía cerca y, sin dejar de
tararear la canción de moda que sonaba en la radio, le asestó un
terrible golpe en la cabeza que hizo que el cadáver viviente
volviera a caer de espaldas. A continuación, y por si acaso, Marcelo
le asestó un nuevo golpe.
Una
vez satisfecho y seguro de que el zombi -ahora sí- estaba bien
muerto, comenzó su trabajo canturreando por lo bajo y pensando en lo
mucho que odiaba el trabajo nocturno y esas estúpidas ideas sobre
terroríficos fantasmas que su enloquecida imaginación le traía a
la mente en las largas noches de guardia.
Menos
mal que los zombis le servían de distracción...
aplausos!!!! de verdad me da gusto que vuelvas a escribir!!!
ResponderEliminarTnf25: ¿Y yo cuándo he dejado de escribir? ¡Si no paro! :D
ResponderEliminarGENIAL! Nanny Un beso terrorifico
ResponderEliminarEs que los fantasmas dan más miedo que los zombies.:) Un beso.
ResponderEliminarWinnieO: Un abrazo espeluznante para ti ;)
ResponderEliminarSusana: Pero muchísimo más, donde va a parar... si no hay monstruo más tonto que el zombi :D
¿Horror sonriente o humor negro? ¿Pero no habrá quedado ni con una pequeña duda de que no era un zombie de verdad? ¿En caso de ser positiva la respuesta, habrá sido suficiente el golpe de bate? Saludos. Felicitaciones por el cuento. Lino
ResponderEliminarLino: Horror sonriente, humor negro... viene a ser lo mismo ¿o no? :) Bueno, tiene pinta de que Marcelo conoce muy bien a los zombis así que creo que no cabe duda de que, efectivamente, lo era así como creo que también sabe que con dos golpes de bate (el mejor arma para enfrentarse a un zombi) se lo ha cargado :)
ResponderEliminarJajaja, Nanny, es tan tú...me encanta :-)
ResponderEliminarSolo espero que nuestro querido...¿Cómo se llamaba el zombi al cogí tanto cariño? Bueno, no importa. Lo que quiero decir es que espero que no sea él. Ya le pasaron bastantes cosas al pobre.
Besos y un fuerte abrazo, mi escribidora favorita.
Mari Carmen: Es cierto, este cuentito es muy... yo :D Y no, no te preocupes, este zombi no era el pobre Anastasio, no sería capaz de someter al pobre a más torturas :D
ResponderEliminar;)))
ResponderEliminard2: Tiempo hacía que no te veía por aquí, me alegra ver que la vuelta ha sido con una sonrisa :)
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