Nada como una mudanza para ser conscientes de hasta qué punto acumulamos cosas inútiles bien por sentimentalismo -es un recuerdo, me lo regaló X, se lo regalé a Z...- o bien por una supuesta futura y posible utilidad -para algo servirá, ahora no me lo pongo pero en cuanto pierda un par de kilos, ya volverá a estar de moda, en cuanto lo tire seguro que me hará falta...-. Y las cosas se van acumulando en cajones, armarios, estanterías, trasteros, cajas, cajitas, mesillas, cómodas... y eso que te parecía tan importante acaba olvidado hasta que un día decides hacer una buena limpieza o tienes que mudarte. Y entonces te das cuenta de que todas esas cosas que algún día pensabas utilizar, nunca las has utilizado y de que aquel recuerdo que guardabas con tanto mimo lo habías olvidado por completo o que eres incapaz de reconocer a la mitad de la gente que sale en aquellas fotos que atesorabas con cariño.
Llevo semanas viviendo entre bolsas y cajas convertidas en metáforas perfectas de una etapa finalizada y otra por comenzar. Bolsas en las que han ido desfilando rumbo al contenedor once años de recuerdos absurdos y cosas inútiles y cajas en las que, camino de la oficina de Correos, han ido aquellas cosas de las que, realmente, no puedo desprenderme y las que, realmente, tienen utilidad. El pasado se queda en esas bolsas y el futuro viaja en aquellas cajas.
Por si no ha quedado claro me encuentro en plena mudanza. Debido a esto mi blog anda abandonado y aún lo va a estar más durante un tiempo hasta que, una vez establecidos en mi nuevo lugar de residencia -o no tan nuevo porque vuelvo a mi tierra- dispongamos nuevamente de conexión... si es que el “mono” no acaba antes conmigo :D
Espero que nadie se olvide de mí :P Y que estos cuentitos os hagan pasar un buen rato, claro :)
Venganza
Cuenta una antigua leyenda que allá, en los lejanos tiempos en que el mundo era joven, se enamoró la Luna de un joven guerrero y que, cada día, se asomaba a su balcón celestial para verlo y disfrutar de los versos que él le dedicaba. Cierta aciaga noche, el joven que tenía de insensato cuanto tenía de bello, olvidó su cita y, en lugar de acudir junto a la blanca diosa, se quedó dormido entre los cálidos brazos de una hermosa doncella.
Al descubrirlo, la Luna enloqueció de pena y celos y, enfurecida, lanzó al espacio su dolor y su rabia en la forma de un dragón. Con el blanco azulado de su luz le dio vida y consistencia y, llenando de ira el corazón del mítico animal, lo lanzó sobre el amante traidor y la dormida doncella.
Cuenta la antigua leyenda que las níveas sábanas donde ambos dormían se tiñó del rojo de su joven sangre y que sus hermosos cuerpos amanecieron desgarrados y deformados por las inclementes garras y que, durante días y días, la Luna, llena de dolor, cubrió su rostro con el velo de las nubes para no ver las almas errantes y dolidas de los dos jóvenes, y para no recordar que una vez, la fría Luna, había amado.
Dioses
Lo ordenaron los dioses: construye una escalera que descienda hasta el averno.
Lo ordenaron los dioses: construye una escalera matemáticamente bella y perfecta para que las almas condenadas lloren la belleza que perderán.
Lo ordenaron los dioses y él obedeció.
Hizo mediciones, hizo cálculos, trabajó día y noche y, con sus propias manos, construyó la escalinata hacia el abismo.
Escalón tras escalón, piedra a piedra, la escalera fue creciendo y descendiendo. Se dejó la vida en ella porque lo ordenaron los dioses.
Lo ordenaron los dioses: al acabar, deberás ascender a la tierra. Pero cuando él contempló la perfección de su obra se sintió incapaz de abandonarla y pidió a los dioses su premio.
Y los dioses lo ordenaron:
Puesto que así lo quieres, pasarás la eternidad ascendiendo y descendiendo por la escalera al averno y disfrutando de la matemática belleza que tú has creado.
Para acabar agradecer un nuevo premio que me ha sido concedido por Marilyn Recio: El premio Sunshine. Muchísimas gracias, Marilyn por este premio, me ha hecho mucha ilusión :)