Le fascinaba aquella curva de su cuerpo, justo aquella. Le gustaban todas, por supuesto, pero aquella en particular lo sumía en un estado de embeleso casi infantil. Cuando la contemplaba desnuda, tumbada de lado, mano y ojos se dirigían automáticamente hacia la profunda y delicada depresión formada por su cintura y en ella se extasiaban y deleitaban sin cansarse de tan deliciosa tarea.
Cualquier día, le susurraba pegando sus labios a la cálida curva, cualquier día voy a darte un mordisco aquí, en este delicioso trozo de piel blanca y delicada. Y, mientras lo decía, rozaba suavemente con sus dientes el lugar que decía querer morder haciendo que ella se estremeciera y se estirara con la sensualidad de un gato adormilado.
Ella sonreía con coquetería y se dejaba hacer, mientras él hundía su cara lamiendo, besando y acariciando el jugoso y dulce arco que tanta fascinación le provocaba.
A medida que pasaban los días, él se sentía cada vez más atraído por aquella suave curva formada por cintura y cadera aunque se habría reído con ganas si alguien le hubiera dicho que era un fetichista. No es fetichismo, hubiera dicho, me limito a rendir honores a la belleza y delicadeza del cuerpo femenino resumida toda en esa delicada curvatura en la que me gusta perderme. A ese lugar iban dedicadas las primeras caricias y besos de sus actos sexuales y también los últimos. Y siempre, siempre, repetía las mismas palabras casi con exactitud. Cualquier día, repetía con los labios pegados a la piel de ella, cualquier día morderé justo aquí, en este apetitoso rincón de sedosa piel.
Hasta que llegó el día en que ella decidió concederle el capricho de ese -esperaba- sensual mordisco. Adelante, le dijo, vamos, muerde ahí, justo donde siempre has dicho que querías morder. Y reía entre provocadora y divertida, acariciando su cintura, incitándolo a tomar lo que -según él repetía- tanto deseaba. De espaldas a él, maliciosamente sonriente, con su cabeza apoyada en la mano y mirándolo sobre su hombro, le repitió la invitación una y otra vez. Muerde, susurraba, muerde ese lugar que tanto te gusta.
Él casi no podía creerse la suerte que tenía, sonreía como un bobo ante su invitación y se la hizo repetir varias veces para estar bien seguro de ello.
Ella, cerrando los ojos, se tumbó lánguidamente esperando el -imaginaba- agradable y sensual bocado. Su amante aproximó la boca hacia el ansiado hueco, pasó dulcemente sus labios por toda su superficie, lamió con suavidad la piel erizada de ella y, lentamente, deleitándose con el placer por venir, abrió la boca.
Y siguieron resonando mientras él continuaba adentrándose en su cuerpo, comiéndola con el deleite de un gran gourmet en el mejor restaurante del mundo.
Mientras masticaba y tragaba él no dejó de darle las gracias por esa invitación sin la cual él no estaría disfrutando de una cena tan voluptuosa y exquisita.
No se puede dar todo, que luego pasa lo que pasa, ayyyyyyy!!
ResponderEliminarFantáastico niña!!
Besicos muchos
Qué espeluznante y genial!!! besos
ResponderEliminarHay que tener mucho cuidado con lo que se dice, hay quien se toma las palabras al pié de la letra. Ante esto yo siempre añadía que no hay malas palabras, sino malas interpretaciones...Pero esto era hasta hoy. Ya no volveré a decir te presto mi brazo, por si acaso.
ResponderEliminarGenial Nanny...Tómatelo al pié de la letra.
Besos y abrazos.
lo de siempre, das la mano y te toman hasta el hombro....
ResponderEliminarUnos de esos giros finales que tan bien se te dan... Encantador (pondría yo "delicioso", que queda más ad hoc, pero hasta para mis obviedades me limito... A veces)
ResponderEliminarun relato muy vampírico pero genial.
ResponderEliminarbicos,
Qué suerte tienen estos a quienes no les engorda nada...
ResponderEliminar"Sólo quería probarla" dijo Issei Sagawa después de comerse a una chica. Matar a un miembro de la misma especie nos espanta pero nos acostumbramos a oirlo, en cambio comerse a alguien de la misma especie nos será siempre intolerable, y la diferencia no sé si es tanta. Besos
ResponderEliminarMe encanto este, lleno de sensualidad y ese final…Dios!!! que bueno que esta!!!
ResponderEliminarMuy buen relato! Desde luego, hay que tener cuidado con lo que se ofrece...
ResponderEliminarSaludos.
Ostras, es que llevo un rato encogida y me sigue doliendo eh... uff...
ResponderEliminarsiempre entro a tu blog y leo tus entradas, pero hoy te digo la verdad, me puso muy triste, porque yo lamentablemente fui victima de algo asi, mi ex tenia un amante, el dia que lo descubri fue uno de los peores dias de mi vida, cuando tienes la imagen de alguien y la realidad no concuerda con tu pensamiento, cae a toda velocidad y no lo podes sostener
ResponderEliminarUuuuuyyyyy, qué susto. Con razón a veces los hombres dan tanto miedo. Nunca se sabe lo que te puedes encontrar.
ResponderEliminarqué bestiajo.
Genial Nanny.
Nanny, muy buen relato y muy buenas curvas que lo representan!
ResponderEliminarQuería aprovechar para desearte felices fiestas, querida amiga, que la pases de maravillas.
Un beso enorme.
Humberto.