
Si hubiera sabido que las cosas iban a acabar así... ¿Pero cómo iba a imaginar semejante final? Si sólo eran un grupito de amiguetes haciendo el tonto. O al menos eso es lo que él siempre había pensado. Un pequeño grupo de ingenuos hablando a gritos sobre rebeldía y cambiar las cosas y derrocar el orden imperante y bla, bla, bla...
Que sí, que alguno de los mayores le había dicho que se alejara de ellos, que eran malas compañías, que lo llevaban por mal camino. Pero él se encontraba a gusto, qué caray, le gustaban y, lo más importante, parecía que él también les gustaba. Se sentía aceptado y se divertía mucho jugando al revolucionario. Nada más. Ni de lejos se le hubiera ocurrido que las cosas llegaran más lejos.

Pero el caso es que sí, llegaron. Y lo que eran unas inocentes reuniones llenas de palabras huecas se convirtieron en reuniones en que se conspiraba y se planeaban cosas importantes. Bastó con que llegara aquel tipo nuevo, un auténtico líder con las ideas bien claras, y se hiciera con el control.
Podría haberse ido, ya, claro, pero el caso es que no lo hizo. Llevaba demasiado tiempo metido en eso y tenía demasiados amigos allí como para abandonarlos así, sin más.
Y así, antes de que pudiera darse cuenta estaban metidos en una revolución en toda regla, en una guerra contra el poder establecido.

Y desde el principio supo que estaba en el bando equivocado.
Perdieron, claro. No podía ser de otra manera.
Los otros les superaban en número y en poder.
Su único destino posible era la derrota.
-Sólo éramos un grupito de tontos haciendo mucho ruido... hasta que llegó él. No queríamos nada de esto. Yo no quería nada de esto...
Se aferró a este pensamiento como quien se aferra a una oración mientras caía en el abismo junto al resto de ángeles rebeldes.