Le bastaron tan sólo dos minutos para percatarse de que aquello que veía no era un monasterio sino un pequeño -minúsculo- poblado. Invirtió dos horas en averiguar que se había equivocado de montaña y que la que él buscaba era la de al lado.
Un día le bastó para rendirse y abandonar su búsqueda.
Decidió quedarse unos días.
Los días se transformaron en semanas.
Y las semanas, en meses.
Y los meses en años.
Y, cuando había pasado una década desde su llegada, un hermoso atardecer, mientras contemplaba el juego de los niños del poblado, se dio cuenta de que su odisea no había sido en balde y de que, si en algún lugar, se encontraba la sabiduría y la paz de espíritu era, justamente, donde se encontraba en ese momento.
El hombre más sabio y más viejo del mundo y, a su vez, el anciano más prominente de la aldea, y abad de su pequeño monasterio-aldea, esbozó una gran sonrisa mientras contemplaba, desde lejos, el momento de revelación de aquel acólito que desconocía que era un acólito. Sí, señor, no había mejor maestro que la propia vida y la propia experiencia.
¡Qué bonito Nanny!...La vida nos enseña, nos sorprende y pone siempre las cosas en su sitio. Aquello que creíamos que no valía la pena....se convierte en necesario...Besos
ResponderEliminarWinnieO: ¿Te he dicho ya que estoy por concederte un premio a la primera en leer y comentar? :D
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. Cuando intentas que alguien te dé las respuestas, te das cuenta de que a tí no te sirven. Un beso.
ResponderEliminarSusana: Pues no, no suelen servirnos. Cada uno sabe qué respuestas busca y qué necesita, aunque a veces nos cueste encontrarlas.
ResponderEliminarCada uno tenemos nuestro sitio y la propia vida se encarga de llevarnos a él, haciendo caso omiso a nuestros planes y dándonos lecciones increíbles por el camino. ^^
ResponderEliminarBesicos!
Aveces no encontramos con algo mucho mejor que lo que buscamos, pero nunca hay que dejar de buscar ( a nosotros mismos a los demás, a un lugar...) el destino se halla por casualidad pero no llama a la puerta de casa.
ResponderEliminarAmiga: "La vida es maestra de nuestras vivencias" "La vida es, vivirla"...a veces te enseña, otras te hiere y al final uno encuentra...el recuerdo de haber vivido...Abrazos y bellos paisajes
ResponderEliminarMientras te leía, imaginaba la cantidad de personas que emigran de un país a otro, buscando eso que tu, aquí mencionas. Paz y tranquilidad.
ResponderEliminarEn muchos casos un mejor pasar, en sus vidas. Pero eso debe ir complementado.
Todos de algún modo, somos participe de esa "eterna búsqueda"
Cariños, eternos!!
Ainssss ...
ResponderEliminarSin duda la vida es la mejor maestra en muchos sentidos.
Jo, hacía tiempo que no pasaba por aquí. Lo siento.
Un besote!!!
no había mejor maestro que la propia vida y la propia experiencia.
ResponderEliminarPues no se por qué realmente, pero me parece que no estoy del todo de acuerdo con esto... pensaré en ello.
Perdón por mis faltas, pero he estado liado (una excusa bastante chapucera por mi parte, lo rfeconozco)
Besos
Sí, el mejor profesor son los años y las vivencias de cada uno.
ResponderEliminarQué preciosidad de relato preciosa mía.
ResponderEliminarLa verdad es que se agradece profundamente.
Tantas cosas que llevamos enganchadas en nuestro equipaje.
¿Cómo nos vamos a ir a un monasterio?
Pero no estaría nada mal.
Ciertamente, Nanny, que la vida nos lleva de la mano para pagar nuestras culpas y para alegrarnos el paso (todo depende de cual sea el caso).
ResponderEliminarHay quien dice que nada es casualidad (yo me pregunto si no será verdad...)
Estupendo, amiga. Un gran abrazo.
Estupendo relato, cargado de enseñanzas sobre la vida. En las cosas aparentemente más sencillas y pequeñas podemos encontrar el sentido de vivir y la felicidada. Es un texto perfectamente construido. Chapeau!
ResponderEliminarBesos.
Te ha quedado muy bonito, como siempre, pero a mí me da repelús en pensar en vivir en una aldea en la cima de una montaña alejada.
ResponderEliminarCreo que este tipo de vida se tiene muy idealizado y que en estos sitios sólo nos podemos encontrar, tanto hoy como en el pasado, con gente embrutecida, supersticiosa, cerrada ante lo de fuera y poco tolerante fuera de sus costumbres.
Va a sonar un poco extraño - y más en mi - lo que voy a decir para la conclusión de este cuento pero...
ResponderEliminarAmén, hermana.
Un beso
...como dirían por aquí ¡¡ MAS RAZÓN QUE UN SANTO! ea!!! aaaay Nanny que sabia eres, cuando cumpla los 18 seré como tú ¿vale? jejeje
ResponderEliminarDisculpa mis ausencias, ando más liá que la pata un romano...jejeje pero no obstante, aunque no comente leo y leo y leo...
Un beso muy grande y me ha encantado, yo creo que darse cuenta de según que cosas es difícil, pero cuando las descubres, existe la plenitud.
¡yujuuu!
Y bueno, vale... Es cierto... pero al menos nos deberían dar una lista de pistas antes de lanzarnos a la vida... Digo yo...
ResponderEliminarSi alguien te dice que tiene todas las respuestas, desconfía. Creía que el relato iba sobre aprender de la propia experiencia.
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