
Venga, va, no se asuste que aquí no nos comemos a nadie... al menos no esta noche. Esta noche preferimos reunirnos aquí, en este sótano y dejar la noche para otros, para ustedes los humanos.
Oh, vamos, no finja que no se había dado cuenta de que somos un tanto, digamos, ¿diferentes? Sí, bueno, dejémoslo en diferentes, suena mejor que otras cosas que nos suelen llamar. Pues eso, no hace falta que disimule, nosotros no lo hacemos. Somos lo que somos: monstruos si quiere, seres míticos y fantásticos nos llaman algunos; para muchos no somos más que simples cuentos para niños. O, si lo prefiere, llámenos como nosotros nos llamamos: “Diejnigen, die verstecken”*. Porque así hemos de vivir, siempre ocultos, siempre en la oscuridad. La noche es nuestro mundo... menos esta, claro. Esta no nos queda más remedio que retirarnos.

Pero no tiemble hombre, que no le va a pasar nada. ¿Qué? ¿Le asusta Ulven? Bah, si es un cacho de pan. Gruñe mucho y enseña mucho diente pero es manso como un perrito... hasta que el hambre aprieta, claro. Entonces sí que se pone un poquito bestia. Uf, la de dinero que se gasta en ropa el pobre. Eso sí, desde que le regalé esa bolsa de deporte que lleva en bandolera, no ha vuelto a verse en el aprieto de atravesar la ciudad desnudo. Se la regalé yo en su último cumpleaños¿sabe? Para que siempre tenga una muda a mano. En fin, no se preocupe, esta noche no le hará nada. Tranquilo.
Tampoco se preocupe por nuestro querido Blut Saugen. Es todo un aristócrata... dice. Aquí, entre nosotros, en realidad es tan plebeyo como usted o como yo. En realidad, antes de ser mordido, era porquerizo pero, ya ve, transforme usted a un hombre en vampiro y, por arte de birlibirloque, se encontrará ante un noble. No falla. Conozco yo a un republicano de toda la vida, de esos dispuestos a decapitar reyes a diestro y siniestro que, en cuanto recibió el primer mordisco, se transformó en todo un señor duque. Misterios del vampirismo.

Ah, mi nombre es Wiedzma y soy bruja, para servirle en lo que guste usted. ¿Malvada? Bah, eso dicen pero no será usted de los que creen todo lo que se dice ¿verdad? No, no soy malvada. Traviesa. Revoltosa. No sé, me gusta divertirme; vale, supongo que mis bromas no son siempre divertidas para ustedes pero... eso no es culpa mía... ejem...
Mire, aquí van llegando los demás. Luego se los presento a todos, si quiere. Pero, hombre de Dios, que temblores me tiene usted. Que no pasa nada, créame. Otra noche no le digo pero esta noche... nada, usted tranquilo que no pasa nada. Esta noche no es nuestra noche.
¿No se lo he dicho todavía? Nosotros, los “Diejnigen, die verstecken”* odiamos la Nochevieja. A ustedes parece encantarles y nosotros no la soportamos. El resto de las noches del año son nuestras, nuestro reino pero esta... esta noche es de los humanos. La han invadido y la han hecho suya y a nosotros nos han expulsado de ella. Demasiada luz. Demasiado bullicio. Coches, gente, cánticos, borrachos, pitidos, petardos, bocinazos. No está hecho para nosotros. Fíjese, la pobre banshee, por ejemplo, la última vez que intentó anunciar una muerte en plena celebración de Año Nuevo, se le acercaron dos borrachos, la tomaron cada uno de un brazo y se lanzaron a gritar con ella y luego se pusieron a cantar y así la tuvieron toda la noche a la pobre. Acabó hecha unos zorros.

Y nuestros queridos -y nobles- vampiros. El pobre Blut y unos cuantos amigos se pillaron tal cogorza la última vez que intentaron beber sangre en Nochevieja que se les quitaron las ganas para siempre.
El pobre Ulven acabó en una perrera mientras que su amigo del alma, Varg, apareció al día siguiente en un canódromo corriendo tras una liebre de mentira (siempre ha sido muy delgado ese chico).
Y le podría contar decenas de historias por el estilo ¿sabe? Esta noche, ya le digo, es una mala noche para nosotros. No nos gusta. A mí y a los míos nos gustan las noches más calmadas, con menos gente en las calles. Nos gusta pasar desapercibidos y sorprender a los humanos. Y en Nochevieja eso es imposible. Demasiada masa. Poca magia.

Por eso preferimos reunirnos y pasar la noche en compañía de buenos amigos mientras los humanos se emborrachan y llenan la noche de... de humanidad. Si quiere, esta noche, puede pasarla con nosotros. Ya le he dicho que no tiene nada que temer. Le contaremos historias, charlaremos, beberemos también nosotros, nos divertiremos juntos. A los chicos les parecerá divertido tener un humano por aquí.
Esta noche, si usted quiere, olvidaremos nuestras “pequeñas diferencias” y fingiremos que somos amigos. Esta noche está a salvo aquí. Me gustaría decirle que mañana será igual y que si se encuentra con Ulven o con Blut o conmigo misma, nos saludaremos e iremos a tomar un café pero no, olvídelo...
Si cualquier noche de estas, usted encuentra a alguno de los nuestros por la calle... bueno, mejor que no nos encuentre... No me mire con esa cara de espanto, nuestra naturaleza es así, no podemos evitarlo.

Pero esta noche es diferente. Disfrute, diviértase. ¿Cómo es eso que dicen ustedes? Ah, sí:
¡FELIZ AÑO NUEVO!
* Alemán: “los que se esconden”.... No, no sé ni papa de alemán pero, oye, me sonaba mejor en ese idioma y el cuentito es mío. Faltaría...
* ¿Qué pasa? Me gusta como suena y por eso lo repito. Insisto: es mi cuento y hago lo que quiera ¿Vale? Pues eso.