viernes, 29 de febrero de 2008

Tradición


Relato inspirado en este post de Nani y en un comentario de Mario a dicho post.

“La tradición es la personalidad de los imbéciles.”


Maurice Ravel



Lorenzo Almeida siempre se había preciado de ser un fiel defensor de la tradición. De cualquier tradición de cualquier lugar del mundo. Todo lo que le sonara a tradicional de un lugar él tenía que probarlo, como mínimo, una vez. Claro que para Lorenzo el concepto de “tradición” era algo de lo más elástico y abarcaba desde la diversión más simple hasta la “costumbre” más extraña.


Daba igual de que se tratara, si Lorenzo pensaba que aquello era “tradicional” del lugar no paraba hasta lograr participar en lo que fuera. Así, por ejemplo, el día que fue al famoso pueblo en que unos joviales mozos lanzaban una cabra desde el campanario, Lorenzo no paró hasta formar parte de los jóvenes que, amablemente, conducían al animal hasta su destino… y no se cambió por la cabra porque no se lo permitieron. Y cuando fue a uno de esos países que conservan entre sus costumbres la milenaria, “tradicional” y bíblica lapidación, Lorenzo pilló la piedra más gorda que pudo encontrar y fue el primero y más entusiasta de todos los lanzadores. Asimismo, al viajar a Estados Unidos, nuestro protagonista puso todo su empeño en asistir a una ejecución pues consideraba que eso de la pena de muerte era una de las cosas más tradicionales de dicho país y, si de él hubiera dependido, incluso habría puesto con sus propias manos la inyección letal al condenado; intentó, también, presenciar/formar parte/provocar un “tradicional tiroteo” en un instituto, centro comercial o céntrica calle cosa que, afortunadamente, no pudo conseguir.


Sin la menor duda, Lorenzo Almeida era un auténtico adicto a la tradición y las viejas costumbres. Y si lo tradicional era ir a los toros, Lorenzo iba a los toros. Y si lo tradicional era pellizcar a las féminas en el transporte público, Lorenzo pellizcaba como el que más y, por supuesto, aceptaba sin protestas el tradicional bofetón post-pellizco, faltaría más. Y si lo que mandaba la tradición tras una buena comida era café, copa y puro, Lorenzo lo cumplía a rajatabla aunque aborreciera el café, fuera abstemio y se mareara con el olor del tabaco. Nada, absolutamente nada de lo que, según Lorenzo, mandara la tradición, dejaba de ser cumplido por él.


Cuando sus amigos le invitaron a pasar unos días en la montaña, Lorenzo se preparó minuciosamente informándose de todas las actividades alpinas tradicionales y de todas las costumbres de la zona, dispuesto a seguirlas absolutamente todas. Así que allá fue nuestro protagonista preparado a practicar senderismo (aunque normalmente usaba el coche para todo), esquí (aunque jamás había practicado dicho deporte) y hasta escalada libre si hiciera falta (a pesar de que siempre había dicho que padecía de vértigo).


Los primeros dos días la cosa fue muy bien. Todo el mundo se divertía. Lorenzo cumplía a rajatabla todo lo que él considerara que era tradicional de la situación. El paisaje era grandioso.


Luego nevó. El grupo de amigos recibió la nieve con alegría y dispuestos a disfrutarla. Pero siguió nevando, y nevando, y nevando. Fue la mayor nevada por aquellos lares en décadas y en unas pocas horas el refugio quedó completamente aislado del mundo exterior.


En un primer momento nadie se preocupó demasiado. Se habían quedado sin electricidad pero eso, según les pareció, añadía encanto al refugio. No había motivos para la inquietud. Tenían comida. Tenían una chimenea. Tenían leña. Tenían incluso los móviles para comunicarse y pedir ayuda.


Lástima que la ayuda no llegara tan pronto como ellos creyeron. Pasaban los días y la comida comenzó a escasear. Con el paso de los días y la escasez de alimentos, llegaron los primeros roces, los primeros nervios y las primeras discusiones. En el fondo nadie creía que llegara a ocurrir algo realmente dramático pero estas situaciones ponen a prueba al carácter más templado.


Lorenzo, con su manía de seguir las “tradiciones” era el que más conseguía atacar los nervios de sus compañeros. El cine y la literatura se lo habían dejado muy claro: si un grupo de gente se queda aislado lo primero es enfrentarse los unos a los otros, sacar a relucir lo peor de cada uno y lanzarse a la cara todo lo que durante años se habían callado.


Y a ello se puso nuestro hombre con gran fruición.


Luego fue cumpliendo con todo el guión, sin saltarse nada. Al menos nada de lo que recordaba. Por último, y llegado el momento en que la despensa quedó prácticamente vacía, nuestro tradicionalista particular, recordó que había otra tradición, costumbre o regla a seguir en estos casos. No había más que recordar, por ejemplo, lo que ocurrió con aquel equipo de rugby cuyo avión había caído en Los Andes, sí, hombre, los de la película Viven.


Para Lorenzo estaba claro: si un grupo de personas se quedaba aislado y sin alimento, la tradición mandaba que debían comerse los unos a los otros. No había discusión posible.


Y comenzó su campaña pro-tradición caníbal. Desde la mañana hasta la noche, Lorenzo hablaba a sus amigos de la tradición y trataba de convencerlos de que era lo mejor que podían hacer; en realidad que era lo “único” que podían hacer dadas las circunstancias.


Tanto insistió. Tanta lata les dio. Tanta convicción puso en sus palabras. Y, sobre todo, tan hartos estaban sus amigos de oírlo que, finalmente, aceptaron su idea.


Se comieron a Lorenzo.


Se comieron a Lorenzo justo un día antes de ser rescatados.

Por supuesto, nadie contó lo ocurrido y todos dijeron que su amigo había salido en busca de ayuda y nunca había regresado. Lo buscaron durante varios días y, finalmente, se le dio por desaparecido.


Lorenzo murió con la satisfacción de la tradición cumplida y, si alguien le hubiera preguntado por la experiencia, habría dicho que lo peor no fue la muerte ni la masticación, ni siquiera la digestión. Lo peor de todo fue, digamos, la forma de abandonar los cuerpos de sus amigos.


Pero, bueno, ya se sabe, es lo que mandan las costumbres y la tradición corporal…









33 comentarios:

  1. Jajajajaja, me ha encantado, sobretodo la forma tan tradicional que tuvo Lorenzo de abandonar el cuerpo de sus compañeros. ¡Niña eres la caña! Este relato lo tenía que leer un amigo mio, jajajajaja, pero como es muy tradicional, no lo veré mirando la pantalla de un PC.
    Besitos

    ResponderEliminar
  2. Nani: Bueno, mujer, si es tan tradicional, hazle el gusto e imprímelo... o pásalo a máquina... o a mano... o lo que considere que es tradicional, claro :D

    ResponderEliminar
  3. relato deliciosamente contado... con un cadaver ezquisito al final... jajajaja... saludos.... vuelve pronto... ciao... pau

    ResponderEliminar
  4. jajaja me encanta
    El final es inmejorable.

    ResponderEliminar
  5. Qué buen relato! Y qué bien escrito.
    Has conseguido que el tal Lorenzo me cayera mal desde el principio! pero no me esperaba el final, no podía terminar mejor. A cada uno lo que se merece!

    Y tú te mereces un par de besos muy grandes!

    ResponderEliminar
  6. jajajajaja ¡toma tradición, por listo!sigo estando convencida que todo es sano en su justa medida, y lo radical..., acaba siempre mal...si no, pregúntale a los amigos de Lorenzo...jajajaja

    ResponderEliminar
  7. Pau Llanes: Anda... ¿tú también probaste el sabor de Lorenzo? :D

    Tesa: Mmmm... bueno, no sé qué opinará Lorenzo al respecto... bueno, sí, a él también le parece insuperable :D

    Zafferano: Bueno, a Lorenzo el final, final, no le parece que fuera lo mejor pero... :D Gracias por los besos :)

    Mariapan: Si es que ser radical es de lo más insano que existe, sino que le pregunten al Sr. Almeida :)

    ResponderEliminar
  8. Anónimo2/3/08, 0:09

    Ummmmmmmmmmm como estaba Lorenzo. jajajajajajaja.
    Buenisimo el post y Lorenzo. jajajajajaja.

    ResponderEliminar
  9. Al fin y al cabo, como bien dice Ravel (no conocía la cita y me ha encantado), tu Lorenzo era el perfecto imbécil. Muy divertido el relato. Un beso

    ResponderEliminar
  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  11. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  12. Qué bien debería sentirse Lorenzo en este pais lleno de tradiciones y fiestas mayores. La cita de Ravel podría aplicarsela algún partido politico de cuyo nombre no quiero acordarme. Besos.

    ResponderEliminar
  13. Ese tal Lorenzo me ha sacado de quicio... quizá por tradición? ;-)

    Muy bueno, de verdad.

    ResponderEliminar
  14. Yo no tengo la culpa de nada...

    Además, resulta que ni pude ver el video porque esta "unavaliable"

    ResponderEliminar
  15. jajaja muy buen relato.

    Hace tiempo no nos visitamos ¿no? Por suerte te encontré en el blog de patri.

    Nos vemos ¿si? Bsss

    ResponderEliminar
  16. Mar: Vaya, tú también estabas en ese refugio ¿eh? Jajajajajaja

    Miroslav: Yo tampoco conocía la cita. La encontré de casualidad y me encantó, quizás porque es exactamente lo que yo opino de la famosa tradición :)

    Cronopio: Huy, Lorenzo era hiper feliz en este nuestro tradicional país, se recorría todos los pueblos para disfrutar de todas las fiestas y verbenas y no dejaba de cumplir con ninguna de nuestras tradiciones, faltaría más. Fíjate que casi le daba rabia no tener que firmar ese famoso contrato de ese partido de cuyo nombre no quiero (yo tampoco) acordarme :D

    Steve: Normal que te saque de quicio... gracias a eso acabó repartido por unos cuantos estómagos :D

    Necio-Hutopo: Culpa, culpa no tienes. Has hecho el trabajo de musa sin querer pero ná más. Por cierto, el vídeo es de "El violinista en el tejado": Teyve cantando el tema "Tradition". Si tienes algún interés en verlo te pongo el enlace: http://www.youtube.com/watch?v=gRdfX7ut8gw

    Mónica: Me alegro de que te haya gustado. Yo sí que te visito, aunque no siempre comente :)

    ResponderEliminar
  17. Jajajajajajjajajja...¡¡¡Genial!!! ^_^

    Besotesssssssss

    ResponderEliminar
  18. Final muy divertido aunque las tradiciones de Lorenzo tienen muy poco de tradicionales. El tiro le salió por la culata... jajajaja... sus amigos demostraron ser bastante inteligentes....
    "Si yo fuera rico"(si no me falla la memoria) magnífica película, al igual que su banda sonora. En su tiempo tarareaba todas sus canciones. Me gustaban todas por igual.

    ResponderEliminar
  19. jajajajaja
    Lorenzo a parte de tradicional, era un poquito sado-mazoquista...

    ResponderEliminar
  20. Patri: Gracias :)

    Julia: Bueno, ya dije que el concepto de tradición de Lorenzo era de lo más elástico :D La película es "El violinista en el tejado" y es, efectivamente, una maravillosa película, bueno, al menos a mí me lo parece y si mi enana hubiera sido niño se habría llamado Fyedka como uno de los protagonistas del musical :)

    Beatriz: Y un poco memo también era, sí :D

    ResponderEliminar
  21. Anónimo3/3/08, 7:58

    Bueno, en principio hago mía la frase de Ravel, que no conocía, pero que se adapta perfectamente a lo que pienso. Y segundo, el relato me ha encantado. Será porque he visto reflejadas en Lorenzo unas cuantas personas que quizá necesiten un poco de "tradición" en sus propias carnes. Porque con los defensores de las tradiciones suele suceder lo que con los defensores de la religión, que sólo aceptan como válidas las suyas.
    Me has alegrado la mañana de lunes, sobre todo con el final...

    ResponderEliminar
  22. Te daria un 15, pero como la tradicion manda te tengo que poner un 10. Ja , Ja Buenisimo

    ResponderEliminar
  23. el del "15"era yo . mil excusas. Jose

    ResponderEliminar
  24. Afortunadamente otros pueblos también cuentan con tradiciones absolutamente inofensivas e incluso agradables. Este Lorenzo sólo se apuntaba a lo malo. Un beso.

    ResponderEliminar
  25. Tú Lorenzo tiraba a todas las tradiciones malas y claro acabo como se merecía pero hay que reconocer que muchas tradiciones son mucho mejores y....menos mal....

    ResponderEliminar
  26. Jajaja!!! Eso le pasa por pesao!!!

    Qué bueno Nanny... no me imaginaba para nada ese final!!!

    Un besitooo

    ResponderEliminar
  27. jajajaj, que bueno!!!


    un beso reina

    ResponderEliminar
  28. Wow!!! No te había leído algo así desde el niño del bañador….genial forma de acabar con un tradicionalista, y no ser que será pero hoy mismo le encuentro tantas connotaciones..que bueno… no acabaría…

    ResponderEliminar
  29. No me gusta. Felicidades por tantos premios. Bicos.

    ResponderEliminar
  30. Jum... pues... me parece un poco gore para tu estilo no? xD

    Besos!!!

    ResponderEliminar
  31. Se lo comieron por pesado... esto me ha recordado un poco a la Karmele esa de la Isla de los Famosos, ¿por qué no se la comerán?

    jajaja

    ResponderEliminar
  32. Eso es que se documentó poco. De todos es sabido que en las películas de adolescentes, cuando los chavales quedan atrapados empiezan a formarse parejitas. Cuando están para enrollarse aparece un misterioso asesino que se los va cargando poco a poco de forma sangrienta y violenta.

    Al final atrapan al asesino por el rastro de sangre en la nieve XDDD Hay que ser torpe XD

    Un beso, Nanny ;-)

    ResponderEliminar

Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

OFRENDA

  El anciano arrastró su viejo cuerpo al interior del templo, llevaba en sus manos artítricas un pequeño cesto con fruta y pan, su ofrenda d...