Lo principal es
crear el ambiente adecuado. Penumbra, misterio, solemnidad religiosa,
silencio. Si creas el ambiente adecuado ya tienes medio trabajo
hecho. Todas esas cosas a los espíritus les da igual. Podrían
aparecer incluso en medio de un concierto de heavy metal. Es a los
vivos a quienes les importa todo eso. No puedes decirle a un cliente
que vas a contactar con el espíritu de su difunto en la salita de
estar con una taza de café en la mano y las ventanas abiertas de par
en par. No señor. Debes crear el ambiente adecuado.
Así que, luz de
velas, que casi ni vean por dónde pisan para que cada sombra se
transforme en un espectro.
Silencio, que se
vean obligados a hablar en susurros, como quien entra en una iglesia
o en la habitación de un enfermo para que, en cada crujido, escuchen
a un espíritu.
Vestuario sobrio,
oscuro, para que sientan el mismo escalofrío
premonitorio que al acudir a un funeral.
Seriedad absoluta,
como si de un acto solemne y trascendente se tratara, para que
piensen que tu trabajo es realmente importante.
Sé formal, pero
cálida. Distinguida, pero no pedante. A la vez lejana y cercana. Se
madre severa que guía y dirige con mano de hierro pero con amoroso
corazón.
Para ellos debes
ser sacerdotisa, oráculo, vínculo cuasi sagrado que une el mundo de
los vivos y de los muertos.
Debes despertar en
sus almas temores ancestrales, respetos atávicos, devolver sus
mentes al mundo de las cavernas.
Da igual que para ti
el contacto con los que ya traspasaron la negra frontera sea algo tan
natural y normal como para ellos charlar con el panadero o el
quiosquero. Ellos no quieren eso. Quieren misterio. Quieren pensar
que eres especial. Quieren, dicho vulgarmente, que les vendas la moto
y tú, como buena médium, se la venderás y, además, hermosamente
adornada.
Y, sobre todo, lo
más importante, que ellos nunca, jamás, sepan que tu facilidad para
hablar con el más allá de tú a tú no es producto de algún poder
especial sino que se debe, simple y llanamente, a que tú eres una
más de las habitantes de ese otro lado que ellos tanto temen y
veneran.
Tomo buena nota para cuando me jubile. Lo de andar tocando el arpa todo el día, no va conmigo.
ResponderEliminarExcelente remate. Un abrazo.
La médium perfecta, desde luego. Pero creo que hoy e día escasean. Los difuntos, estén donde estén, ya no están para tratar con los vivos y menos por dinero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una gran receta para armar una sesión.
ResponderEliminarMás con semjante médium...
Gran texto Dolo, muchas gracias.
Soberbio modo de adentrarnos en la parafernalia de la sesión de contacto espiritual, en un principio parece un engaña-bobos, luego me he preguntado si nos hablas de una verdadera médium, ¿Existen? No he tenido el placer, pero sí, el placer de leerte de nuevo.
ResponderEliminar¡Abrazo, Compañera! ;)