Divertimento helénico (Juguete esdrújulo)
Antígona, apática, tocaba la cítara y, de forma esporádica, usaba el ábaco para contar las nubes que sobre el ágora pasaban. Mientras, Anaxágoras el héroe, pensativo, con un ópalo jugueteaba, esperando las órdenes del hermético Ares, dios de la Guerra, aunque en realidad prefiriera estudiar Álgebra, Arimética, Cálculo o Ética.
Antígona, filosófica y ecléctica, algo cínica y ascética, contempla con gesto aburrido al heróico Anaxágoras y dice, sardónica, no seas patético, ridículo y estúpido, si no quieres guerrear, no guerrees y ya está.
Anáxagoras, hierático, se gira hacia la escuálida y pálida doncella, y responde severo, no me seas herética Antígona, es deber de todo héroe obedecer a sus dioses y, si esto no bastara, niña acética y malvada, mi honor y el honor de mi familia que debo respetar. Pero, claro, siendo tú mujer, histérica y poco ética, no sabes de cosas tan elevadas ni las puedes entender. Y volviéndose, mayestático, hacia el templo del dios Ares, Anáxagoras se larga con gesto dramático.
Abúlica y escéptica, Antígona piensa que Anaxágoras es demasiado histriónico y maniático, se encoge de hombros, recoge su ábaco, arregla su peplo, toma su cítara y, poniendo gesto enigmático, se larga con la música a otra parte.
Aventura
El famoso arqueólogo asomó su cabeza entre la exuberante floresta tropical para comprobar que los guardias que custodiaban la enorme pirámide donde ocultaban la reliquia, hubieran desaparecido de la vista.
Con una corta y veloz carrera llegó hasta la base del gigantesco poliedro y, alzando la vista, suspiró pensando en la tremenda escalada que le esperaba. Pensó, con aprensión, en lo que ocurriría si los guardias lo atrapaban y, estremecido por la imagen, inició el ascenso.
Una vez arriba, tan sólo una puerta lo separaba del tesoro. La abrió suavemente y, cuando ya tenía a la vista el maravilloso tesoro, cuando ya su mano podía tocarlo...
-¡Juanito! ¡Suel-ta e-se cho-co-la-te a-ho-ra mis-mo!
Cachis, menuda mala pata, el guardia-mamá lo había pillado con las manos en la masa.
JAJA Nanny geniales. El del chocolate es fantástico....¡qué tensión y encima le pillan!
ResponderEliminarUn beso
WinnieO: Ya sabes, Winnie, el crimen se paga :D
ResponderEliminarMe encanta el esdrújulo, tanto que me ha apetecido robártelo y pasarlo experimentalmente por mi proia batidora. Si lo hago, te lo contaré. Un beso, simpática cuentista-.
ResponderEliminarPues yo me quedo con el primero, que es de campeonato...
ResponderEliminarEl segundo, la verdad mujer, es que era un poco predecible...
Miroslav Róbalo, pásalo y avísame que no quiero perdérmelo :D
ResponderEliminarNecio-Hutopo: La verdad es que yo opino lo mismo que tú con respecto a ambos así que... :D
Me encanta el divertimento helénico… genial la musicalidad. Biquiños,
ResponderEliminarAldabra: Si es que las esdrújulas son de lo más musical :)
ResponderEliminarJeje me gustó el relato de Antígona aunque el del chocolate no desmerece.
ResponderEliminarUn saludo.
La Malquerida: Me alegra verte por aquí después de tanto tiempo :) El de Antígona es, también, mi favorito pero es que yo soy muy fan d las esdrújulas :)
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