martes, 8 de octubre de 2019

Elecciones


Una vez concluido el debate electoral, las luces del estudio comienzan a apagarse. En el pequeño escenario montado para la ocasión los tres candidatos, suspendidos en poses circunspectas, aguardan.  

En cuanto el último trabajador abandona el estudio por la puerta principal, se abre otra, casi invisible para quien no sepa que está allí, por la que entran otros hombres, unos con aspecto de técnicos, otros con maletines de cuero y excelentes trajes que lo mismo podrían ser altos ejecutivos, que agentes secretos pero que, en realidad, son ingenieros. Más concretamente ingenieros especializados en robótica. 

Mientras los técnicos se aproximan a los “candidatos” y revisan que todo esté correctamente antes de devolverlos al almacén, los ingenieros cuchichean sobre las incidencias del debate. 

—CAND3 me preocupa, comienza a desvariar, tal vez llegó la hora de sustituirlo o nos ocurrirá como aquel que decía aquellas frases tan graciosas. 

—¿Te refieres al de “somos sentimientos y tenemos seres humanos”? ¡Era muy divertido! 

—Sí, sí, mucho, pero en qué líos se metía. Tendríamos que haberlo retirado antes. Y CAND3 lleva su mismo camino, así que estad atentos. 

—CAND1 y CAND2, bien, aunque quizás podríamos moderar un poco a CAND1, creo que hemos exagerado un poco. 

—¿Estás seguro? Mira que se supone que es el que ha de ganar. que ya sabes que este año toca “cambio” —el ingeniero entrecomilla imaginariamente su cabeza—. Si lo hacemos ahora la transformación será demasiado evidente. Yo creo que lo mejor es dejarlo así y ya lo iremos moderando durante el mandato.  

—En cuanto a CAND2, bueno, pues ahí está, en su papel de aspirante gris y sin sustancia. Vamos, que ha estado como debe de estar: como si no estuviera. 

—Ya sabes, los de arriba lo reservan para unas futuras elecciones. Será el que salve a todos del radical CAND1. 

—¡Qué pantomima tan absurda cada cuatro años! No sé por qué los jefazos se empeñan en seguir fingiendo que existe eso llamado democracia en lugar de decir abiertamente que da igual lo que diga “el pueblo” —el ingeniero volvió a dibujar las imaginarias comillas a ambos lados de su calva cabeza— porque ya está todo decidido y más que decidido. 

—Ya te lo hemos explicado mil veces: mientras la gente crea que tienen algún poder de decisión, estarán más o menos tranquilos, protestarán y se quejarán, pero no habrá ninguna algarada real pues piensan que, con el próximo, quizás, las cosas sean diferentes.De este modo, el Gran Consejo Mundial puede seguir gobernando en la sombra con cierta tranquilidad. El sistema funciona... más o menos... Y, total, tampoco es que se diferencie mucho de la época en que los candidatos eran seres humanos. Así que...

El ingeniero se encoge de hombros, cierra su maletín y, dando una palmada, sugiere una visita al bar de la esquina.  

Los futuros gobernantes del país aguardan, inmutables, que los operarios les hagan una última revisión antes de encontrarse -sonrientes unos, ceñudos otros, entregadísimos todos a su causa- con los periodistas que ya aguardan a la salida de los estudios. 

En unos días se alzará un nuevo presidente... y el mundo seguirá girando. 

2 comentarios:

  1. Hasta los pastores se suben al carro de las nuevas tecnologías... Jules Verne no ha sido ni será el único cuentista visionario de la Historia.
    Un abrazo, Dolo.

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    1. La tecnología avanza imparable y todos tenemos que adaptarnos a ella :D Gracias por estar :)

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Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

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