domingo, 20 de mayo de 2018

Liberación





(Relato seleccionado para formar parte de la Antología Historias de Suspense y Terror II de la Ed. Letras con Arte).

Shhh.. Calla, no grites, que no nos oiga papá, ya sabes lo que pasa si hacemos ruido. Shhh… Calla, baja la voz, que no se despierte o armará una buena.
Shhh… Calla, no te rías tan alto. Que no nos oiga, que no se entere, que no sepa que estoy contigo. Puedes reírte, pero por lo bajinis, que él no te oiga, que no nos descubra.
Shhh… Calla, sólo por un ratito, es la última vez que tendrás que callar, te lo prometo. Como te prometí que volvería a buscarte el día que me fui. ¿Te acuerdas? Pues ya ves que cumplo. Y ahora… shhh… calla, habla más bajo, si él se entera no podremos hacer nada. Te encerrará y ya no podrás escapar. Así que, shhh… levanta de la cama y no hagas ruido. Está dormido, desde aquí lo oigo roncar, pero mejor no arriesgarnos a que se despierte.
Shhh… Calla, ya sé que te duele. Esa mala bestia pasó por aquí antes de irse a su cama, ¿verdad? Imagino que cada vez lo hace más a menudo. Es lo que más lamento de haberme ido, haberte dejado solo y que él te haya hecho ocupar mi lugar. Cuántos golpes, cuántos morados, ya ni se sabe de qué color tienes la piel.
Shhh… Calla, ya sé que cuando duerme la borrachera no hay ruido que lo despierte, pero no tentemos a la suerte. Cuanto menos ruido hagamos, mejor. Como decía la abuela, el diablo es peligroso hasta dormido, ¿te acuerdas? Pues el que está roncando en ese sofá, es el diablo en persona.
Así que, shhh… Calla, seamos silenciosos como ninjas.
¿Tienes el cuchillo y la cinta? Átalo fuerte, que no se mueva. Está tan borracho que no creo que se dé cuenta de nada. Tápale la boca, que no grite. Ahora es todo tuyo. Puedes clavarle ese cuchillo todas las veces que te apetezca. En el corazón, en la cara, en el estómago.
Sácale las tripas al monstruo.
¡Si vieras la pinta que tienes lleno de sangre!
Y luego vendrás conmigo, como te prometí el día que salté por la ventana. La misma ventana por la que tú saltarás en cuanto acabes con ese demonio. No tengas miedo, será rápido, y yo te estaré esperando.
Pero ahora... Shhh... calla, no se vayan a enterar los vecinos de lo bien que lo estamos pasando.

Karma

  El viejo monje observaba la delicada mariposa posada en su dedo. ‒Una vez fui como tú -le dijo-, y una vez tú fuiste como yo. Lo recuerdo ...