jueves, 2 de julio de 2015

Sobre la Muerte




Comprensión

La Muerte se miró al espejo.
No por coquetería sino por saber.
Por saber qué veían aquellos a quienes se llevaba.
Por saber qué temían.
Sólo por saber.
La Muerte se miró al espejo.
Su rostro huesudo.
Su sonrisa inamovible.
Sus largos dedos.
Su figura delgada.
Su larga túnica.
Se miró de frente, de lado y hasta intentó ver su espalda.
La Muerte se miró al espejo. Intentaba entender qué les aterraba y no lo lograba.
Hasta que miró sus ojos, aquellas dos enormes cuencas llenas de vacío. Aquellos dos enormes agujeros inundados de eternidad y olvido. Aquellos dos pozos infinitamente oscuros.
La Muerte se miró a los ojos y supo, entonces, por qué la temían.




Filosofando

Tomó un trapo de cocina y se aproximó con sigilo a la mosca. Alzó el brazo lentamente, conteniendo la respiración para no espantarla, se detuvo un instante, midiendo distancias y calculando velocidades y, con un movimiento, rápido y certero... ¡ZAS! Aplastó al molesto díptero y lo mandó al otro barrio.
-Qué frágil es la vida -se dijo- y con qué facilidad se puede perder en un instante.
Meditó durante tres segundos más sobre lo efímero de la existencia y lo ineludible de la muerte, dejó el trapo a un lado, sonrió,  y dijo para sí mismo:
-¡Hay que ver, tanta filosofía por una simple mosca!
Justo en ese momento la Muerte alzó su guadaña y se aproximó con sigilo al hombre. Alzó el esquelético brazo lentamente. Se detuvo un instante, midiendo distancias y calculando velocidades y, con un movimiento rápido y certero... ¡ZAS! Cortó el hilo que lo unía a la vida enviándolo al mismo barrio al que, momentos antes, había volado la mosca.
La Muerte meditó durante medio segundo sobre la fragilidad de la vida humana y lo ineludible de su llegada, guardó la guadaña, sonrió y dijo para sí misma:
-¡Hay que ver, tanta filosofía por un simple humano!

8 comentarios:

  1. En eso (y en otras muchas cosas quizá) somos como los insectos. Nos pueden pisar en cualquier momento, espantar y golpear. Algunos se recuperan y alzan de nuevo el vuelo y otros caen abatidos. Unos son bellos y elegantes y otros dan asco.
    No sé si la muerte nos ve como tales pero no hace distingos. Todos, humanos y animales, acabamos igual.
    Interesante relato.
    Un abrazo.

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  2. Josep: Para un ente como la Muerte poca diferencia puede haber entre nosotros, un insecto o un pez globo... eso me parece a mí. Somos nosotros quienes damos importancia a nuestra existencia, para el resto del Universo no somos más que otro conjunto más de átomos.

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  3. Hola.
    He leído con deleite este relato y me he quedado sorprendido entre la similitud del pensamiento con uno de los míos que te invito a leer y comentar (http://pensamexos-inconientos.blogspot.com/2014/12/un-mosquito-en-la-pared-lo-efimero-de.html).

    Me intriga saber qué vio en sus propios ojos La Muerte como para comprender el miedo que algunos le tienen.
    ¿Será el vacío? ¿La certeza de su potestad ineludible?

    Coincido, además, con tu postura de ser para el Universo no más que un puñado de átomos organizados. Átomos con la terrible conciencia de sí mismos.

    Un fuerte abrazo y nos estamos leyendo.

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  4. Me ha gustado mucho, esa comparación con una simple mosca. La muerte nos llega a todos.

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  5. Dos micros extraordinarios. Dos joyas, Dolo.
    Abrazo, compañera.

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  6. Elliott Nimoy: Siempre sorprende cuando encontramos en otro escritor un reflejo de nuestras propias ideas. Paso en cuanto pueda a visitar tu blog :)

    María Campra: Para el Universo, como ya he dicho, no hay diferencia y si somos capaces de mirarlo con distancia comprendemos que, realmente, no la hay.

    Edgar K. Yera: Muchas gracias, Edgar, siempre tan amable :)

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  7. El primero es impresionante y el segundo me ha encantado. Tanto pensar por un simple humano! Muy bueno, Dolo. Un fuerte abrazo

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  8. Cómo me gusta la Muerte, sobre todo si cae en tus manos. Qué rebuena eres, brujilla :-)

    Besos y muchos abrazos

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Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

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