sábado, 12 de enero de 2013

Junto a la chimenea

Relato escrito para Mhanseon



Guarda Benjamín en su mirada la profunda tristeza de sus antepasados esclavos y la sabia experiencia de una vida larga y plena de experiencias. Tiene sus penas -¿quién no esconde en su alma un saco repleto de ellas?- pero ni las alimenta, ni las atesora, ni las mima, se limita a saber que están ahí y que de ahí no piensan moverse.

Debido a que su silla de ruedas le impide moverse con la libertad de sus compañeros, Benjamín Cooper, pasa largas horas en el salón, junto a la chimenea,  pero no le importa, se ha acostumbrado a esa escasa movilidad que lo convierte en un ser casi invisible y le permite observar a los otros y verlos con una claridad de la que ellos son incapaces.

Hoy lleva un buen rato sentado en la gran butaca, con una cálida manta sobre sus inutilizadas piernas, sintiendo el calor del fuego en sus -cada vez más- viejos huesos. La cabeza apoyada en el respaldo del confortable sillón, los ojos cerrados al mundo exterior mientras que su interior se deja arrullar por las voces de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong que cantan “Dream a little dream of me”. Le llega el rumor de una conversación cercana pero no lo bastante para entender las palabras, pasos que se aproximan y luego se alejan, alguna risa lejana; el resto de habitantes de la mansión parecen estar muy atareados esta tarde pero él no tiene la menor intención de abandonar su pequeño oasis de paz. Con un suspiro, abre los ojos y toma la pluma para continuar escribiendo el diario que inició al llegar a este curioso lugar, de fondo, Satchmo le habla de lo maravilloso que es el mundo y él sonríe dándole la razón. Una lástima no tener su trompeta a mano para tocar unas notas con el maestro y comienza a silbar la melodía mientras se prepara para comenzar la escritura.



A su alrededor la casa respira pausada. Parece que hoy la casona se siente contenta, escribe Benjamín, tenernos a todos entre sus paredes la hace feliz, le gusta sentirse habitada, lo percibo en la calidez de los leves crujidos de sus maderas y en la dulzura del aire que hoy se respira aquí. Los otros hablan continuamente de la “vida” de la casa pero para ellos no pasa de ser una bella metáfora mientras que yo sé que es real.

Benjamín vuelve a detener su pluma, y contempla el fuego con esos negros y risueños ojos suyos que esconden tantísimas cosas mientras la trompeta de Armstrong hila las notas de “Stompin’ at the Savoy”.

Sólo él, que pasa tanto tiempo a solas entre sus cuatro paredes, ha escuchado sus suspiros, sus lamentos y sus llamadas. Sólo él sabe que ella, la gran casona que los acoge, tiene un plan reservado para cada uno de ellos.

Comienzan a sonar las notas de “A kiss to build a dream on” y Benjamín cree percibir un suave balanceo, como si la casa fuera a ponerse a bailar de un momento a otro. Sonriente, continúa escribiendo:


Ella tiene un plan. No sabría explicar cómo lo sé, pero lo sé. Desconozco qué piensa hacer con el resto de sus huéspedes, tampoco me interesa más allá de la mera curiosidad, pero sé perfectamente qué quiere de mí. Le gusta la música, que ponga mis viejos vinilos de jazz, que toque para ella. Le gustan las historias, mis historias, contadas aquí, al calor de la chimenea. Le gusta, en fin, mi compañía. Si fuera una mujer diría que se ha encaprichado de mí o, incluso, que se ha enamorado. Si fuera una mujer quizás yo me atrevería a decir que el sentimiento es mútuo...

Benjamin se detiene, pluma en alto, sorprendido por lo que acaba de escribir. Mira a su alrededor, contempla la casa con mirada soñadora, aspira la mezcla de aromas que inunda el aire: a leña, a cuero, a flores frescas, a hogar cálido y acogedor... La pluma vuelve a bajar hasta el papel y continúa escribiendo:

Sí, sin duda, si fuera mujer yo diría que también la amo y que no quiero separarme de ella. Y eso es , justamente, lo que ella quiere de mí:  mi compañía, mi música, mis historias... mi amor. Cuando todo acabe, cuando ella lleve a cabo su plan, yo seguiré aquí, a su lado, junto y dentro de ella.

Se oyen ruidos de vajillas y cubiertos. Están preparando la mesa para la cena. Tras ella, el salón en el que ahora se encuentra solo, se llenará con la presencia de sus compañeros y entonces, él, con una copa de brandy en la mano, comenzará a contar una nueva historia... para ella.

Benjamín vuelve a recostarse con los ojos cerrados,  murmurando:

-Sí, pequeña, me quedaré aquí contigo para siempre. Allá afuera hace demasiado frío.

Y sonríe mientras las voces de Ella y Louis cantan para él, para ella, para ambos: “Baby, it’s cold outside”.


Baby, Its Cold Outside by Ella Fitzgerald & Louis Armstrong on Grooveshark


3 comentarios:

  1. Qué emoción desbordada en un escrito dentro de tu escrito.....BRAVO un beso

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  2. WinnieO: Gracias, guapa (siempre estoy dándote las gracias :D).

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Yo ya he hablado demasiado, ahora te toca a ti...

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