domingo, 26 de febrero de 2012

Bajo el influjo del cometa


 Un par de noticias: Aquí al lado, justo debajo de donde pone "Follow by email", podéis ver la imagen (con enlace a la editorial Atlantis) del libro "Gigantes de Liliput", libro de microrrelatos del grupo de mismo nombre de la red de escritores Netwriters (a la que vuelvo a invitaros a uniros), si a alguien le apetece comprarlo (no por mis micros que ya los habréis leído sino por conocer otros veinticinco fantásticos escritores), no tenéis más que pinchar ahí y solicitar un ejemplar.


Más noticias, que tengo que compartir o reviento :D La editorial Norma (Puerto Rico) me compró un cuentito infantil para publicar en un libro de primero de primaria y la editorial Santillana (España) me ha comprado cuatro cuentos para publicar en sus libros de lecturas "La nave de los libros" para tercero y cuarto de primaria y me ha solicitado más para este año.


Y ya vale de noticias, hale, al relato :)



Bajo el influjo del cometa, el mundo se tranformó, como si el saber que al planeta le quedaban escasas semanas nos hubiera empujado hacia ese salto de conciencia del que tanto hablaban los seguidores de las filosofías “new age”.


Cierto es que hubo, en los días inmediatos al anuncio de nuestra inminente desaparición, un aumento de la violencia; el pillaje y los saqueos eran el pan de cada día. Aumentaron los asesinatos, las violaciones, los robos y las agresiones de todo tipo. El cercano final fue, para muchos, un permiso implícito para dejarse llevar por los más bajos instintos. Pero hasta de la libertad sin freno se acaba cansando el ánimo del ser humano y, a medida que la gente se iba haciendo realmente consciente de lo que iba a ocurrir, las aguas se fueron calmando.


Y entonces llegó el cambio.


 
Todas las guerras quedaron suspendidas, no tenía sentido luchar por ideologías, creencias o tierras que, en poco tiempo, dejarían de existir. Los soldados eran devueltos a sus casas para pasar el tiempo que quedara junto a sus familias. Las armas fueron abandonadas sin que a nadie le preocupara qué les pudiera ocurrir.


Las luchas políticas cesaron, también de inmediato, pues ni el más ambicioso de los políticos era capaz de encontrar el sentido de luchar por el poder cuando se enfrentaba al poder mortal de un astro que iba a chocar contra la tierra arrasándolo todo.


Bajo el influjo del cometa, todo cambió. Los enemigos se perdonaron, las familias se unieron, los amigos se reencontraron, las deudas se condonaron. Se olvidaron las ofensas, los insultos, las injurias. Se dejaron de lado las creencias de toda índole. Se minimizaron las diferencias y se encontró lo que unía. Ni raza, ni credo, ni clase, ni género, ni opciones sexuales, ni nada de lo que hasta el momento parecía tener una enorme importancia, lo tenía bajo la potente luz del absoluto exterminio.


 
Sí, bajo el influjo del cometa, la Tierra, al fin, había logrado llegar a la utopía de un mundo unido y en paz.


Y llegó el cometa.


Y pasó de largo. ¿Se habían hecho mal los cálculos? ¿Hubo una desviación de último momento? No se sabe, no importaba, el hecho es que el cometa llegó y pasó sin que nada ocurriera.


El suspiro fue colectivo y claramente audible. Las fiestas duraron días y días. Y luego, la utopía, sencillamente, sin hacer ruido, murió por falta de uso.


Pero durante unas semanas, bajo el influjo del cometa, el planeta se transformó.


sábado, 11 de febrero de 2012

Micros



Nictofobia


Está muy oscuro ahí afuera, sé que puedo ver perfectamente pero aún así... está tan oscuro ahí afuera. Y los ruidos... ¿Qué son esos ruidos? Roces, crujidos, chillidos, graznidos, gruñidos, chasquidos, chirridos. ¿Qué grita allá abajo? ¿Qué corre allá lejos? ¿Qué es esa sombra que pasa?

No me hagas salir, está muy oscuro ahí afuera, me asusta no saber lo que se esconde entre las sombras. Ya sé, ya sé que veré sin problemas pero aún así... La noche me da tanto miedo.

El pequeño búho ahueca sus plumas y, transformado en una bola temblorosa, se arrima al cuerpo de su madre mientras repite sin parar:

-Por favor, por favor, no me hagas salir, la noche me da tanto miedo...



Espejos


Como cada tarde, la soberana pasa revista a los espejos presentados por sus doncellas.

-¡Mientes!- grita al tiempo que arroja el  primer espejo al suelo y pasa al siguiente.

-¡Mientes!- vuelve a gritar la reina, y otro espejo acaba roto en pedazos.

Y así espejo tras espejo hasta que el suelo acaba alfombrado de relucientes cristales.

La reina busca un espejo que no mienta.

Se ha mirado en todos los del reino y lleva tiempo probando con espejos procedentes de lejanos países sin éxito alguno. Y es que para ella está meridianamente claro que, si la corte entera alaba su extrema belleza, todos esos espejos deben mentir  al mostrarla  horriblemente  fea.





Gotas


Ploc... Ploc... Ploc...

En el silencio de la noche las gotas resuenan como disparos.

Ploc... Ploc... Ploc...

El hombre se revuelve inquieto en su cama.

Ploc... Ploc... Ploc...

Las gotas siguen cayendo lentas (ploc),  implacables (ploc), impidiéndole el necesario sueño tras la intensa y agotadora noche (ploc).

Ploc... Ploc... Ploc...

Desesperado se levanta y se dirige a la ducha para acabar con el exasperante goteo.

Ploc... Ploc... Ploc....

Se quita el pijama para no acabar empapado y se mete en la bañera.

Ploc... Ploc... Ploc...

Poniéndose de puntillas desata el cadáver sanguinolento que cuelga de la ducha y lo deja caer al suelo.

El machacón goteo cesa inmediatamente y el asesino, ya tranquilo, regresa a su cama.





Lunático

El lunático del quinto cantaba a la luna desde su ventana, le hablaba como si fuera una amante, le gritaba su amor y lloraba por no poder alcanzarla. Siempre triste, siempre sufriente. Cuantas tardes me lo topé en el parque recogiendo plumas, las más blancas -porque es su color, decía-, y hojas amarillas -porque a ella le gusta el otoño, me contaba-, para construir unas primorosas alas que le llevaran hasta su amada.

Hace una semana acabó de construirlas.

Hace dos días comenzó el plenilunio.

Anoche le vi subir al alféizar de su ventana, mirar sonriente a la luna, extender sus hermosas alas y saltar al vacío.

Hoy pienso que debí detenerlo pero es que parecía tan feliz...


Karma

  El viejo monje observaba la delicada mariposa posada en su dedo. ‒Una vez fui como tú -le dijo-, y una vez tú fuiste como yo. Lo recuerdo ...