OVNI
Emerencio, entusiasmado, apuntaba al cielo y gritaba como un loco: -¡Un OVNI, un OVNI! ¡Es un OVNI de verdad!- y daba saltitos agitando los brazos, intentando llamar la atención de todo el que pasaba.
-¡Por allí!- gritaba- ¡Por allí se ve!- Y señalaba una vaga sombra gris que, a lo lejos, se movía hacia arriba, hacia abajo, dando bruscos virajes y girando aparentemente descontrolado.
Emerencio sonreía de oreja a oreja satisfecho de contemplar tan magnífico espectáculo cuando un elegante señor con aire de inglés, se puso a su lado jadeante y exclamó señalando hacia el OVNI de Emerencio:
-¡Ah, ahí está ese maldito sombrero mío!-.
Juegos
Tuvieron tiempo de jugar a todo lo imaginable antes de que el aburrimiento les diera alcance, y entonces decidieron iniciar un peregrinaje sin destino en busca de algo interesante. Vagaron sin rumbo hasta que uno de ellos gritó entusiasmado ante la fascinante visión de un nido de bichos.
Pasaron un buen rato observándolos hasta que, hartos de contemplarlos, decidieron dar comienzo al ancestral rito de la fría tortura sin más justificación que el tedio.
Los bichos fueron acosados, enterrados, ahogados, mutilados, quemados, aplastados y exterminados, entre risas y gritos de placer. Sólo abandonaron el juego cuando regresó el hastío.
Tras ellos quedó sólo devastación y muerte. Aterrorizados y confusos, los pequeños -y ahora escasos- bichos humanos se sentaron y lloraron.