sábado, 29 de marzo de 2008

Versión Original

Se comunica a los respetables lectores de este blog (- Jojojojojojo… respetables, dice… Jujujuju… - Shhhhh… calla).

Repito, se comunica a los respetables lectores que dado:


1.- El clamor popular (- Jijijijiji… clamor, dice… - Mira que eres…) Vale: Dado el insistente murmullo que, tras leer mi remake, pedía la publicación del relato original del “husband”.


2.- Que, tras una intensa discusión entre el Ego y el Ego del mismo (a saber: el Ego “jo-mola-que-me-pidan-el-relato-quiero-chulear” y el Ego “puf-no-mola-nada-publicarlo-y-que-comparen”), ganó el primer Ego.


3.- Que si publicaba este relato, servidora se iba a ahorrar un post.


Se ha tomado la indecisa decisión de publicar la Versión Original de dicho relato con su título original (el cual yo desconocía en el momento de escribir el remake y por eso no utilicé).


Dicho esto, aquí queda el relato del husband (alias Tyler Durden, alias Gordo Charlie y seguro que me dejo tres docenas de alias más en el tintero…).


Que ustedes lo disfruten.



La casa nueva de Jonás



Jonás tuvo que mudarse. La casa nueva de madera estaba alejada de todo cuanto él había vivido, no podría evocar nada de su pasado.


Y es que Jonás era una persona especial. Podía recordarlo todo, siempre y cuando percibiera algo que estuviera relacionado con su recuerdo. Ese era su gran don, una memoria fotográfica que le permitió ser el centro de atención de las reuniones familiares cuando era un niño.


Pero Jonás tenía que ir al colegio. Y los niños son muy crueles, así que pronto olvidaría las risas de sus tías. Porque los niños no perdonan las rarezas, y cuando tu memoria te permite recordar todo cuanto lees o escuchas y empiezas a sobresalir te conviertes en un indeseable.


Jonás pasó parte de sus años de colegio siendo un monstruo para los otros niños. Sin amigos y ridiculizado hasta por sus profesores que no soportaban ser cogidos en sus contradicciones buscó refugio en los otros animales.


Es gracioso como la naturaleza se ríe de nosotros. La mediocridad campa a sus anchas y sin embargo a las personas especiales, como Jonás, se les concede varias rarezas simultáneamente.


Jonás vio por primera vez a la muerte cuando jugaba con su gato. Un conductor distraído no pudo evitar atropellarlo ante la mirada horrorizada de Jonás. Lloró durante días. Todo tiene un límite. Cuando has contemplado la muerte de decenas de animales no tienes agua que llorar.


Jonás se había convertido en el testigo de la muerte. El horror pasaba ante sus ojos casi a diario. Su madre no dejaba de decirle que Dios le había puesto en la Tierra para permitir que las criaturas inferiores, que también eran sus hijas, tuvieran un final que no se olvidara. Y Jonás no se olvidaba de nada.


Los gatos y los perros quedaron atrás, en su infancia. A medida que crecía cambiaban los animales cuya muerte presenciaba. Pronto llegó el primer humano al que vio morir. Su rostro horrorizado surgiría de manera recursiva en sus pesadillas por muchos años. Jonás no entendía por qué no paraba todo aquel espanto, su sentimiento de culpa crecía y crecía. Todo evocaba muerte, todo le recordaba al aliento de la parca.


Intentó tomar drogas para olvidar, pero los recuerdos volvían tan pronto los narcóticos desaparecían. Y Jonás no soportaba perder su lucidez. Sabía lo que tenía que hacer. Abandonarlo todo. Tenía que mudarse.


La casa nueva de madera estaba alejada de todo.


Jonás olvidó las muertes. Olvidó el día que lanzó su gato hacia el coche. Olvidó todas sus víctimas. Olvidó como las mataba. Olvidó como hizo la mudanza.


A dos metros bajo tierra, con las marcas en los brazos desde donde su sangre salió hacia el olvido, en su nueva casa de madera, Jonás por fin pudo descansar en paz.


P.S.: Casi lo olvido. Quería dar las gracias a mare@ por concederme el premio "Muchas Gracias al Blog Amigable" (yo es que como no inventen otra forma de dar las gracias me voy a repetir más que el ajo...).



miércoles, 26 de marzo de 2008

El olvido de la memoria

Este relato es un "remake" de un relato del "husband". Me pidió/retó a hacerlo a mi manera y aquí está. No he puesto el original pensando en lo extenso que se haría el post pero si a alguien le apetece conocer las dos versiones pues ya sabe qué tiene que hacer: pedirlo y lo pondré. Él aún no ha leído mi "remake" así que ni idea de cuál es su opinión al respecto. Ya nos enteraremos. Bueno, aquí va el relato.


El olvido de la memoria



¿Por qué tan terca, tan fiel memoria me ha dado el cielo?


Rosalía De Castro




Jonás había decidido mudarse.


La nueva casa de madera estaba alejada de todo cuanto había conocido. Estaba convencido de que eso le permitiría escapar a sus recuerdos.


Pero, de momento, Jonás aún recordaba…


Hay quien se pasa la vida suspirando por tener una buena memoria. Hay quien se queja continuamente de su incapacidad de recordar datos, fechas, nombres, rostros o acontecimientos. La mayoría de la gente opina que no hay nada más horrible que perder la memoria. En cambio Jonás… Jonás suspiraba por el olvido.


Porque Jonás no olvidaba. Nunca. Nada.


Podía, como mucho, intentar ocultar un recuerdo bajo otros recuerdos, como quien oculta el polvo que barre bajo la alfombra, pero, ante el menor estímulo (un leve olor, un atisbo de color, el eco de un sonido lejano…) la memoria se ponía en marcha y Jonás recordaba.


Oh, sí, cuando era un niño, Jonás hacía las delicias de sus padres, abuelos y tías. Era el centro de atención de cada reunión familiar. Todos se maravillaban ante sus proezas memorísticas y Jonás se sentía especial.


Lástima que, entre los niños, el especial se suele transformar en el “bicho raro”.


De modo que el destino de Jonás en el colegio estuvo claro desde el preciso instante en que los demás se dieron cuenta de su don: se convirtió en el blanco de todas las burlas y pasó de las amables risas de su familia a la risa cruel de sus compañeros. Los niños no perdonan el pecado de la diferencia.


Con sus profesores las cosas no fueron mucho mejor. No les resultaba fácil aceptar que aquel mocoso los corrigiera y los atrapara en contradicciones.


Así las cosas, Jonás buscó refugio en los animales… y descubrió que, a su pesar, la naturaleza le había concedido otro “maravilloso don”: convertirse en el Testigo de la Muerte. Y la primera muerte a la que tuvo que asistir fue a la de su propio gato atropellado por un conductor distraído.

Luego siguieron más animales. Otros gatos, perros, pájaros de diversos tamaños, ratones, ratas...


Su madre (creyente ferviente) le repetía que Dios, que amaba incluso a la más pequeña de sus criaturas, le había concedido ese don para que hasta los animales más insignificantes tuvieran a alguien que nunca olvidara su despedida del mundo. Jonás fingía aceptar esta explicación por contentar a su madre y no disgustarla haciendo profesión de su ateísmo.


Siguió viendo morir animales: culebras, lagartos, lagartijas…


Y luego, a medida que iba creciendo, animales mayores: caballos, vacas, cerdos…


Y un día llegó el momento de ver morir a un ser humano.


El primero de una extensa lista.


La muerte llenaba la memoria de Jonás, lo acompañaba en la vigilia y lo perseguía hasta sus sueños.


Quería parar todo ese horror. Dejar de recordar. Dejar de ver.


Intentó tomar drogas pero no sirvió de nada. En cuanto pasaba el efecto, el recuerdo regresaba. No podía pasarse el día entero inmerso en el limbo de los estupefacientes.


Por eso Jonás decidió mudarse. Abandonar todo cuanto conocía.


Su nueva casa de madera estaba lejos de todo y de todos. Sin duda, allí podría olvidarlo todo.


Miró el cielo y las nubes que pasaban, sonrió al sol y aspiró con deleite el aroma de los pinos. Y se sintió feliz.


Al fin dejaría atrás los recuerdos.


Al fin olvidaría el día en que lanzó a su gato contra aquel coche. Olvidaría el rostro de su primera víctima humana, y el de todas las demás. Olvidaría el miedo que vio en sus ojos.


Olvidaría la culpabilidad que lo perseguía hasta sus sueños.


Olvidaría cómo las mataba y cómo disfrutaba con su dolor.


Por fin.


Jonás entró en su nueva casa y cerró la puerta.


Bajó sus ojos preparándose para el sueño, dando la bienvenida al olvido, dejándose arrullar por el rumor de la tierra que el volquete que había dejado preparado vertía sobre él, sepultándolo a dos metros bajo tierra.


Y, por fin, por vez primera en años, Jonás pudo descansar y olvidar.





domingo, 23 de marzo de 2008

Locura

Para mariapan, cuya serie de poemas "La noche de los locos" ha inspirado esta "locura".


Estos son los hijos de Locura.


Alienados, dementes, enajenados, maníacos, trastornados, delirantes.


Exaltados, frenéticos, ofuscados, excéntricos, disparatados, imprudentes.


Insensatos, chalados, chiflados, idos, lunáticos, majaretas.


Perturbados, irreflexivos, pirados, trastornados, grillados, orates.


Vesánicos, desequilibrados, tocados, rayados, guillados, locatis.


Atolondrados, desatinados, desquiciados.


Hacen las cosas a tontas y a locas.


Viven a lo loco.


Opinan que, cada uno es como es y que cada loco con su tema.


Antes que un mayo florido prefieren un febrerillo el loco.


Por supuesto, viven en una casa de locos.


Su flor favorita es la malva loca.


Duermen siestas a la sombra de los algarrobos locos.


Sus brújulas siempre andan con la aguja loca.


Beben leche de vaca loca.


Hacen queso de cabra loca.


Y persiguen por los bosques el sonido del pájaro loco.


Esperan con ansia la luna de los locos para danzar bajo su luz, para vivir su locura con plenitud, para permitir que su influjo los arrastre donde los cuerdos no se atreven a llegar.


Saben que de poetas y locos todos tenemos un poco.


No les cabe la menor duda de que la locura no tiene cura; y si la tiene, poco le dura pero… ¿qué loco quiere curarse?


Constantemente se preguntan ¿Quién es más loco? ¿El loco o el que sigue al loco?


Los locos.


Enamorados de la vida.


Poetas del dolor.


Herejes e irreverentes.


Veraces charlatanes.


Sin dios ni religión.


Viajan a lomo de nubes.


Se alimentan de ilusión.


Tejedores de sueños.


Todo lo cuestionan.


Los locos.


Los hijos de Cordura (juiciosos, graves y sensatos) no quieren creerlo pero es cierto: cada uno lleva un loco dentro, o dormido o despierto.


Yo hace años que conozco al mío.


¿Alguien te ha presentado al tuyo?






viernes, 21 de marzo de 2008

Un premio diferente

He ganado un nuevo premio. Y digo que lo he ganado y no que me lo han dado porque este había que ganárselo.

No era un concurso literario, ni de blogs ni cosa parecida.

He ganado, nada más y nada menos que, el PRIMER GRAN CONCURSO DE ANIVERSARIO NECIO HUTOPO 2008. Y quien quiera saber en qué consiste tal concurso no tiene más que acercarse al blog del susodicho Necio-Hutopo, disfrutar de sus palabras y, de paso, concursar si le apetece.

El premio ha consistido en:

1.- La novela Versiones, escrita por el ya nombrado Necio-Hutopo.

2.- Un dibujo realizado por el antedicho sobre lo que el ganador quisiera (yo le pedí un dibujo de mi enana).

3.- Un texto cuya temática será, igualmente, a elegir por el ganador (servidora dejó el tema a elección del premiador).

Bueno, pues la novela ya la he disfrutado.

El dibujo y el texto se muestran a continuación y espero que los disfruten tanto como yo.

Hale, que ustedes disfruten de mi premio, como mínimo, tanto como yo.





CUENTO DE HADAS PARA UNA NOCHE DE INSOMNIO INFANTIL

o algo así

Mario Stalin Rodríguez

No te conozco y no me conoces, o tal vez sí; en una de esas te han hablado de mi, aunque lo dudo... No te conozco y no me conoces, pero me pidieron que te contara un cuento. Bueno, en realidad no me lo pidieron, ni lo mencionaron siquiera, pero quiero contarte un cuento.

Verás, es un cuento de hadas. Pero no te equivoques, en él no hay brujas ni madrastras malvadas... No, lo que hay una hada y una niña sorprendidas... Se me olvidaba, también un gato.

Este cuento empieza como empiezan todos los cuentos; erase una vez un hada que despertó, lo cual es sorprendente, porque las hadas son criaturas que viven en la tierra del sueño y despertar es abandonarla, por eso la mayoría de las personas sólo puede ver a las hadas cuando están dormidas.

Pero esta hada de la que te hablo, despertó al lado de un gato dormido.

Los gatos, debo decírtelo, pueden ver a las hadas aún estando despiertos; porque los gatos son animales que viven a la mitad del camino a la tierra del sueño.

Pero éste estaba dormido y soñaba con mariposas de colores que sabían a leche tibia... ¿Qué puedo decirte? Es un buen sueño para un gato.

Dormía el gato y despertaba el hada, en la habitación de al lado, la niña estaba inquieta.

Su madre la había mandado a dormir hacía ya media hora, pero ella no estaba cansada ni tenía ganas de dormir. Ella quería seguir jugando; cuando la llamaron a casa los piratas estaban a punto de atacar el barco del gobernador... Un asunto que bien podía esperar a que los piratas y el gobernador fueran a cenar a sus casas, pero no hasta la mañana siguiente.

Pero la habían mandado a dormir y estaba inquieta en su cama... “Ya sé”, pensó, “diré que tenía sed y que me levanté por un vaso de agua... Si desde la ventana de la cocina veo a mis amigos y me llaman para abajo, no será, finalmente, mi culpa”.

Se levantó y de puntillas salió de su habitación. La casa estaba a oscuras, sus padres también se habían ido a dormir (bueno, a ver televisión acostados en su cama, que ella los conocía bien)... La casa estaba a oscuras y no veía bien dónde pisaba, así que pisó la cola del gato dormido, ese junto al cual el hada despertaba.

El gato despertó dando un grito, el hada se asustó y voló para esconderse detrás de la oreja izquierda de la niña... La niña vio volar al hada y la atrapó antes de que pudiera esconderse.

De pronto los piratas y el gobernador podían esperar; ella tenía un hada entre las manos y eso era algo mucho más importante que cualquier botín.

La niña llevó al hada a su cuarto y se tiró en la cama, el gato las siguió porque, ya que estaba despierto, no tenía nada mejor que hacer.

La niña y el hada hablaron tumbadas en la cama casi toda la noche, el gato las observaba y, de vez en cuando, lamía su cola adolorida por el pisotón. El hada le hablaba de la tierra del sueño; del salón de las grandes ocasiones, ese que se adorna sólo para los sueños de los niños; de los campos de algodones de azúcar; de las mariposas de colores con sabor a leche tibia... Le hablaba de los sueños y los soñadores.

La niña le platicaba de sus amigos; de los piratas y el gobernador; de cómo el último cobraba muchos impuestos y atacaba a los que no estaban de acuerdo con él; de cómo el Zorro buscó la ayuda de los piratas para acabar con el gobernador, robarle su tesoro y regresarlo a las manos de la gente; de cómo planeaban asaltar el barco cuando su mamá le habló para ir a cenar y después no la dejó volver a salir.

El gato no dijo nada, solo se volvió a quedar dormido mientras las escuchaba.

A la mañana siguiente los padres encontraron a la niña dormida con una sonrisa en los labios y un gato acurrucado a sus pies, la despertaron y llevaron a la escuela y creyeron que todo estaba bien y normal, sólo que la niña parecía extrañamente feliz.

Pasaba que la niña tenía un secreto y era un secreto importante, había llegado a un acuerdo con el hada; a partir de esa noche el camino a la tierra del sueño quedaría abierto para ella y sus amigos a cualquier hora del día... Y eso era bueno, porque ahí podrían asaltar el barco del gobernador siempre que quisieran.

¿Qué pasó con el gato? Te preguntas; eso es fácil... A la mañana siguiente salió de la casa y se fue al lugar secreto de los gatos, cuando llegó se colocó sus anteojos y se sentó frente a su computadora para escribirte este cuento.



P.S.: Tengo la impresión de que muchos piensan que este cuento es mío. Al menos, esa es la sensación que me deja alguno de los comentarios que han dejado. Por eso voy a repetirlo, por si no ha quedado claro: este maravilloso cuento es de Mario (Necio - Hutopo). Es el premio que él me ha dado por acertar una pregunta en su blog. Espero que haya quedado claro ¿eh? El cuento es mío porque me lo han regalado pero no lo he escrito yo ¿vale? ;)


martes, 18 de marzo de 2008

Semana Santa... uf...


Hoy, cuando he ido a buscar a mi inspiración para ver si escribíamos algo, me la he encontrado haciendo las maletas, sí, sí, lo que oyes, las maletas.

Dice la muy traidora que ella se larga de vacaciones, como media España y tres cuartas partes del Parnaso y que si quiero escribir un post me las apañe yo solita que, total, para cuatro gatos que me van a leer, tanto daba… Yo intenté convencerla por las buenas, pataleé, lloré y grité pero nada, ni caso.


Luego lo intenté por las malas: le enseñé un vídeo del Chiki Chiki, otro con los “mejores” momentos del (afortunadamente) extinto programa Aquí hay tomate y, llegando ya a la crueldad suprema, llegué a ponerle vídeos del informativo de Sánchez Dragó (con gato incluido) e, incluso, algún archivo sonoro del irrepetible Jiménez Losantos pero ni por esas, tiene la tía una resistencia a la tortura que ya quisieran los marines.


O sea que la muy… musa, terminó de hacer el equipaje, cerró la oficina y se largó a la playa a ligar bronce y algún italiano (o francés o alemán o, incluso, un nativo español…) y me dejó aquí solita, sin vacaciones, sin post y sin inspiración.


- Bueno, pues si la inspiración te ha dejado tirada, no escribas. Total no es ninguna obligación…


(Ese que habla es el husband. Le encanta salir en el blog y aprovecha cualquier ocasión para hacerlo).


- Ya, pero es que me apetece escribir y, de paso, darle una lección a esa traidora, engreída, niñata, presumida, @#?)¨¨!!·”$% (esto se supone que equivale a improperios varios soltados por mí… ejem…). Para que sepa que no la necesito para nada.


- Bueeeno… si te empeñas, habla de mí, te doy permiso…


(¿Ya he dicho que al husband le encanta salir en el blog? Pues eso).

- ¿No tienes otra idea?


- Habla de las elecciones.


- Uf, eso ya es pasado, hombre y la gente está más que harta de política.


- De Eurovisión.


- Quita, quita, eso también resulta cansino.


- ¿De la crisis económica?


- ¿Qué crisis? Si está todo el mundo de vacaciones… ¿dónde está la crisis esa?


- De las elecciones norteamericanas.


- ¿A ti no se te ocurre ningún tema más ameno?


- Sí, por supuesto. El fútbol.


- Me aburre. Mucho. Muchísimo.


- De Fórmula 1.


- ¿Del adelantamiento de Alonso a Kovalainen? ¿De lo mal que nos cae Hamilton? ¿De Raikkonen y Massa? (alucino conmigo misma, hace un par de años, no sabía ni quiénes eran esos…) Puf… también está ya más que machacado.


- ¡Qué difícil eres! Ah, ya sé, de la teoría del calentamiento global, ese es un tema siempre socorrido.


- De eso ya he hablado en otro post.


- Pues… ¡ah, ya sé! Del tema más interesante de todos.


- ¿Cuál?


- Yo…


(¿He dicho ya que el husband…? Jummm… sí, creo que ya lo he dicho. Vale).


- Mujer, mañana es el día del padre… yo soy padre… ¿no te dice nada eso?


­- No ¿tendría que decírmelo?


- Soy tu marido, me quieres mucho, soy un genio… ¿no te inspiro?


- Mmm.... pues… creo… que…


- ¿Qué, qué?


- Me parece a mí… que… no… no me inspira nada.


- Mira que eres… paso de ti y de tu inspiración. Anda que…


Y se larga el tío. No sé por qué se pone así. En lugar de ayudarme a encontrar algo sobre qué escribir… en fin.


Nada. Me he cansado. No se me ocurre nada sobre lo que escribir. Ni un cuento infantil. Ni un relato fantástico. Ni una crítica. Ni una anécdota. Nada de nada.


Cierto es que escribir para el vacío de la blogosfera no resulta muy alentador que digamos.


En fin, que me rindo.


¡Qué rabia! Y yo que quería demostrarle a la tonta de la Inspi que no la necesitaba para nada…


Pues nada, que me largo a ver si en alguna cadena ponen “La túnica sagrada”, “Barrabás”, Rey de reyes” o alguna de esas típicas películas de Semana Santa.


Menos mal que no hay nadie para leerme.


Porque… no hay nadie… ¿verdad?


Karma

  El viejo monje observaba la delicada mariposa posada en su dedo. ‒Una vez fui como tú -le dijo-, y una vez tú fuiste como yo. Lo recuerdo ...